lunes, febrero 21, 2005

lunes tarotero

En parte al uso de fórmulas áridas, ciertos arcanos mayores son menos atractivos que otros. Después del arcano sin nombre (La muerte), La torre y El diablo, El ermitaño provoca sentimientos encontrados: se le asocia con la soledad, la vejez, el abandono y demás clichés contrarios a lo que "se espera" en nuestro contexto histórico.


Tarot de Marsella


El arcano nueve es la primera parada, dentro de la secuencia de los arcanos mayores, para realizar el recuento de nuestro andar. Es la vía de la reconciliación con uno mismo, del autoconocimiento y del cierre consciente con el pasado. El ermitaño ilumina lo que sólo es carga y lo que es bagaje necesario para seguir de frente. Su número, el nueve, indica el fin de la gestación y anuncia el inicio del camino que nos llevará a nuevas experiencias, pero sólo si realizamos la parada necesaria para percatarnos de nuestro nuevo estado. Enseña el valor de la soledad como vía de autoconocimiento y no la del aislamiento depresivo. Es una carta de crisis necesaria para la renovación del pensamiento y la reafirmación del yo espiritual. A veces, el ermitaño no está en uno mismo, sino en un tercero que puede mostrarnos el camino (siempre y cuando no sea un falso gurú).


Tarot de Dalí

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