viernes, febrero 11, 2005

Y llegó lo que estábamos esperando: Faraón: el culto al Sol en el antiguo Egipto, será inaugurada el 31 de marzo próximo, en el Museo Nacional de Antropología . Desde la expo de Koudelka, nada tenía categoría de anhelado. Claro que en mi lista tengo otras cosillas pa que los museos mexicanos me cumplan. Y ojalá la expo faraónica lo sea y no nos traigan muestras, como expo de "nouvelle cuisine". Los sentidos han de ser hambrientos, que ese es uno de los pocos privilegios de tener carne en el esqueleto.
Mientras llegan los señores del Nilo, y para el siguiente fin de semana, no este, toca ir al MUNAL a ver pintura simbolista. Caray, a ver si en mi próxima vida regreso monero o pintor minimalista, o grabador. Aunque me arrojen jitomates, cambiaría mis letras por una viñeta. Pero para todo hay remedio: en mi búsqueda incesante del caos he tomado brochas y pinturas coloridísimas, y desde el domingo renuevo mis santos aposentos (quitar papel tapiz es una maldición). Este año cumplo diez en esta casa, la casa de la colina, la casa del salmón. Me percaté del paso del tiempo cuando la hija, casi de mi estatura, me pidió que le quite el color rosa --que amaba de niña-- de su cuarto: ahora lo odia. Y mi cuarto es el conejillo de Indias: púrpura y anaranjado. Va.
Pintar, aunque sea con brocha gorda, es hermosamente apocalíptico.

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