jueves, junio 02, 2005

Dentro de la fauna laboral (sí, fauna, lo animal nunca se quita) están aquellos que deben demostrar, a toda costa, su hambre de poder. Contrario a lo que el lector pueda imaginar, esta subespecie (sí, es sub, aunque pululan) no busca demostrar su valía por medio de la organización, la eficiencia, el conocimiento y demás parafernalia positiva. No. A la usanza de otros congéneres (a los que consideran inferiores y del "mundo animal") van por ahí marcando territorio: apañan una buena oficina, sacrifican la funcionalidad y despiden a cualquiera que atente contra su poder.

pausa: aquí recuerdo un bonito documental sobre cierto tipo de alces, creo, que restriegan sus genitales contra la corteza de los árboles pa definir sus dominios.

Y ahí va, el individuo de la subespecie, pavoneándose y pavoneando toda su imbecilidad. (El lector se asombrará de la textualidad de ciertos verbos con el "pavonear"). Y le vale madres si su sueldo proviene del erario público, o si la expectativa de otros es que se ponga a trabajar: el susodicho no puede ser domesticado y mucho menos amaestrado.

pausa: aquí recuerdo aquellos bonitos letreros de las caricaturas donde se lee la leyenda: temporada de caza abierta.

El rey chiquito (que es el mismo individuo de la mentada subespecie) ha conquistado su reino. Gobernará algunos metros cuadrados de una oficina y hará gala, como otros machos de otras especies, de su colorida inutilidad. Pero qué digo, en esta subespecie tanto machos como hembras alimentan la pendejez cósmica.

nota 1: si el lector es un burócrata que sí trabaja y hasta pretende transformar el sistema, no se de por aludido: usted pertenece a otra especie.
nota 2: si el lector se reconoce en esta ficha zootécnica, y es un rey chiquito, vaya y chingue a su madrecita y aquí no vuelva.
nota 3: bah, en lugar de estudiar la vida en las planicies de la burocracia mexicana hubiera escrito una anécdota sobre San Ignacio de Loyola. Pero ya será...
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