lunes, enero 05, 2004

Al pasar de los siglos la locura ha preferido mudar su vestido de tabú por el de genialidad; no más naves de los locos que alejaban a estos seres indeseables de las costas, no más ciudades malditas, no más experimentos con las mentes limbescas. Ahora los locos son geniales, creativos, hacedores. Encontrar el punto medio, la escala de grises nunca ha sido de nuestra competencia. Entonces veneramos a psicópatas, escindidos, seriales y otros monstruitos que hemos catalogado de geniales; ¿quiere ser artista? hágase el loco y espere sus laureles; ¿mucho lastre en su vida? juegue al loco y patée todo aquello que le incomode.
El arcano sin número, El Loco, es el comodín del juego; dependerá de dónde sea colocado para matizar el entorno. Es fin y principio, es la posibilidad aún no iniciada.
Enero tiene algo de El Loco, miramos todo con un halo optimista, todo está ahí por emprender; falta equilibrar el impulso para no perder tierra. Ser aquél loco del Rey Lear, y no uno que va en la nave para perderse en el horizonte y jamás volver.

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