martes, enero 27, 2004

Sueño y frío, ingredientes indispensables para convertirse en larva. Ayer dediqué horas en terminar una trama. Y nada. Por la noche me di cuenta que estaba mal, que por ahí no iba, que el hilo conductor se antojaba otro; y allá fui (o aquí vine), a modificarla. Ahora está como al principio: inacabada. Pero hoy le dedicaré más horas para aniquilarla; y claro, no sé, si por la noche, descubra que esa tampoco sirve (y mañana tendré sueño y frío, y uno de estos días me despierto, al fin, larva).
Y aunque los hilos conductores son pequeños demonios, no todo lo cornudo es alimaña (mmm, siempre y cuando yo no sea el cornudo): está la res, el reno, la vaca que da leche condensada, el unicornio azul que se perdió, el rino de Durero (que ataca automovilistas) y el cuernos-de-uva que llegó a mi mail y me hizo sonreír (muchomuchomucho):


los monigotes de dalusk
corretean por aquí.

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