jueves, enero 22, 2004

Estos días han estado de un indigesto, como si la mano de san Plátano los hubiese rebozado y sumergido en una celestial freidora para luego arrojarlos por ahí. Y no encuentro un digestivo certero. Pero como llegan se van (uh, aquí la alegoría de las frituras puede tomar matices escatológicos); mejor utilizemos la alegoría del Geco que casi me mata de un infarto al verlo convulsionarse: pensé que se moría, el muy irresponsable, y es que la muerte anda de visita; y nada, sólo se despedía de su piel; y ha quedado tan terso y relamiéndose esos gusanillos feos que ahora tienen nuevos inquilinos: unos escarabajos todavía más feos que nacen en la avena (aghh, nadie me advirtió).
La piel de esta semana tiene que caer tarde que temprano.

pd: Mi amigo Min me despertó pa desearme feliz año nuevo; en oriente toca el año mono-de-madera (no se qué significa pero suena bien). Feliz Año, sea.

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