el camino amarillo ¿o dorado?
Me vibra la palabra "revoltijo" que bien puede ser aplicada a algunos platillos o al desmadre perpetuo que poseo en algunos cajones. Creo que ningún revoltijo puede ser teórico, pero puedo intentarlo.
Hace tiempo imparto una clase sobre Alicia y su país de las maravillas. Este año he decidido incluir a otros niños que comparten el mismo estandarte: son populares gracias a una película. Esto último jamás lo he visto como un atentado, al contrario, no veo ningún cataclismo en la inmortalidad de celuloide. Lo que sí atenta es que el espectador no tenga la opción de a lectura, sobretodo si esta última puede ser un goce.
El par de niños invitados son Dorotea (Dorothy) de El mago de Oz de L. Frank Baum y Pinocho de Las aventuras de Pinocho de Carlo Collodi. Algunos objetarán que Pinocho no es un niño sino un títere de madera, pero nada, no hay mejor símbolo de la inocencia infantil que este personaje de articulaciones con aserrín.
Esta vez mi "revoltijo" no pretende demostrar, solamente mostrar tres caminos al posible lector: o transitas el camino amarillo sin la voz de Garland, o te tiras al pozo con riesgo de ser decapitado o te sueñas de carne y hueso.
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Dejo una cita memorable del hombre de hojalata quien tras pisar a un escarabajo y llorar por ello dice:
"--Vosotros que tenéis corazón --decía-- tenéis algo que os guíe, y no tenéis por qué obrar nunca mal, pero yo no tengo corazón, y por eso debo ser muy cuidadoso. Cuando Oz me de un corazón no necesitaré preocuparme tanto."
Y una liga para admirar las ilustraciones originales del libro de Baum realizadas por W. W. Denslow.
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