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En el fondo del mar se cumplen lentas ceremonias presididas por la
quietud de las materias que la tierra relegó hace millones de años
al opalino olvido de las profundidades. La Coraza calcárea conoció
un día el sol y los densos alcoholes del alba. Por eso reina en su
quietud con la certeza de los nomeolvides. Florece en gestos
desmayados el despertar de las medusas. Como si la vida inaugurara
el nuevo rostro de la tierra.
Alvaro Mutis
jueves, abril 24, 2003
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