lunes, abril 28, 2003

La tarde
Maldición. La desvelada mermó todo sentido en esta colina. Y aquí y allá aparecen lombrices: pequeñás, rosadas, ciegas. Las lombrices son las tripas de la tierra, limpian, digieren, oxigenan. Algún jardinero con maestría en alucines genéticos debería crear lombrices miniatura para arrojarlas en las macetas: la tierra no se deslavaría y dejaría de ponerse dura, dura como pan de 5 días. Que conste que hablo de lombrices de tierra; existen otras turbias, necias y monstruosas que hinchan la barriga y enferman.
Las lombrices me inspiran cierta ternura. Será su fragilidad, su ceguera, su andar bajo tierra cantando nanas a los muertos. Será...

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