Madrugada. Trabajo. Calor.
Escapo al blog, a la casita donde Poe es un manojo de bits, al correo donde más correcciones esperan (por mí que se vayan al basurero). Aquí, en esta colina, la palabra Domingo tiene otra escencia: aroma floral en los pisos y --¡mèrde, no he terminado, cuántas cuartillas quedan!, bestia, y tú perdiendo el tiempo con tus versitos insípidos, ¡puaj! ¿quién hostias embarró de dentrífico el cepillo de pelo, y este méndigo chicle en la alfombra? ¡más mèrde!--. Madrugada. Trabajo. Calor. Quietud.
lunes, abril 28, 2003
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