martes, septiembre 09, 2003

Casa llena. La hermana-arqui se va el viernes. Sus estancias siempre parecen más breves de lo que son.
Acabo de matar una araña. Una araña de jardín demasiado grande para dejarla andar por ahí; ella tuvo la culpa, parecer una tarántula con antenas ha de servir como defensa contra los enemigos; pero el temor no siempre resulta en huída, puede derivar en zapatazo.
Cerré los ojos cuando le di; no fue el asco sino la certeza de destruir algo.
La araña se hizo ovillo. Pude ignorarla y permitir que se escondiera aunque la imagen de araña-salta-desde-el-librero no me agrada del todo.
Extraño la voz de alguien, me duele la voz de alguien y la posibilidad de que su ausencia se haga ovillo y se quede en el piso blanco. No entiendo el por qué de ese apego (tal vez no hay que entenderlo).

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