lunes, septiembre 22, 2003

Qué jodido. Aquello era domingo, y esto lunes, pero el reloj dijo que no era domingo, que ya era lunes, como pequeño augurio de que el malestar revolotearía toda la noche, infestando sueños, con su vocecita de insomnio y su amargura negra de regalíz. Tengo un effaceur d'encre que borra cada letra impertinente, cada vestigio, y dibuja con blancura la ausencia. Me borro, te borro, nos borramos.

LOS COLMILLOS SE CLAVAN EN ÉL, SANGRA LA INFINITA SOLEDAD, Y LO BAÑA Y LO BAUTIZA, Y LE CRECE UN ÁRBOL HUECO., elefante dixit

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