viernes, mayo 28, 2004


Michael Zulli (ilustración para The wake de Neil Gaiman)


Conocí a Gaiman gracias a la oruga, que en aquellos días era fuego caminante. Por educación, o vicio, nunca había abierto un libro de cómics (más bien por prejuicio=ignorancia). Más allá de la fascinación por las letras de Gaiman y de los ilustradores que lo acompañan, está la de la composición.
Crear enramadas con letras e imágenes bajo tal armonía es deseable. Lo virtual ofrece esa posibilidad (aunque lo armónico no es tan usual).
No puedo transformarme en monero (uf, no sé dibujar nada más allá de los palitos) aunque he soñado con ser caricaturista (reencarnación de Posada, yes) y llenar este cuarto de lienzos en blanco. No me toca. Aquí las paredes son nicho de la palabra y su tinta, siempre silenciosa, solitaria y enlutada.
Lo virtual me esa posibilidad, soñarse una migajita de Gaiman. De alguna manera, la composición de su The Sandman, su estética, ha hecho eco en mis palabras (creo).
Se agradece a quien me cedió esa nueva ventana.
Está la imagen, ahora las letras. Nuevamente, Raúl Navarrete:

Canto de la oruga
No existes, nunca serás, ha dicho
el mundo, una porción pequeña
del dulce y terreno mundo. Y han volado
pájaros y centellas y cantos
de medianoche repiten sus oraciones
breves. No existes. Nunca
serás. A la orilla de los caminos
una flor se deshace. Es blanca, es
roja y tiene pétalos largos.
Ven. Nadie se da la mano.
Hay un lago sin sombras en el oriente
frío. El calor lo abandona.
Dame la mano, tú, humedad de la tierra,
sierpe, oruga, cizaña.
Nadie me ve ni me oye.
Sé que no existo. Nunca
seré. Todo estaba previsto.

jueves, mayo 27, 2004



Hay días garabato en los que hasta los sueños tienen un trazo de espiral. En la mañana me hablan de la escuela del hijo para regañarme porque no firmo su cuaderno de tareas, porque hoy no podía ir (llevaba tres retardos) y que fuera por él (ja). --Ya entró, mañana no va, no me jodan-- claro que lo dije con educación. Uf, a duras penas firmo MI cuaderno de tareas (que san plátano te bendiga hijo mío, estarás pagando algún karma si te tocó una mamá comme moi).
No sé por cuál zona-ordenable empezar; ya ayer dediqué un tiempo a la máquina (actualizé el explorer, ja, y descubrí que hay cosas que no veía). No sé qué golem enlodar. No sé qué libro continuar. Ya tengo trabajo nuevo, leve, pero trabajo al fin. Ni siquiera logro decidir si escribir un post sobre poema en prosa con un fragmento de Gaspar de la noche, o mi teoría sobre la influencia de la princesa caballero en mi feminismo de clóset, o convocar a la semana internacional de san banano, o traer a Navarrete de nueva cuenta.
Y en ese De tín marín de do pingüé (¿se escribirá así?) se me van los minutos. Se me van igual que se fueron estas líneas garabato.

miércoles, mayo 26, 2004

Trocitos:

1. De seño nutrasweet: logré comprarme un pantalón una talla abajo de la que sostenía (es que ambicionaba igualar a la diosa de la fertilidad africana). Sí, que soy de carne y hueso, y tengo mi eguito.

2. De café, ocio urbano y changuitos verdes con el tarot-master; de sopa de mariscos en la colina y de asfalto derretido tras la ventana.

3. De entes de ocho patas: me han dejado encargadas no una, sino nueve tarántulas (si se escapa alguna ya me enseñaron dónde buscar y como apañar). Serán mis huéspedes 5 días (nadie querrá ir al comedor).

4. De retro: al artículo sobre animalitos que publiqué lo ilustraron con un león, de aquellos de panza hueca, hechos con cemento y pintados con descaro de color que incrustaban en el piso de los parques pa que uno cabalgara sin moverse (artefactos de infancia).

5. De huelga-huelga-huelga...

martes, mayo 25, 2004

Ni hablar, lo volátil no se le quita a uno; tal vez se apacigua, se modula, como si lograramos ponernos una consola donde se modula la presión y los fuegos pirotécnicos: botón azul=bájale, botón rojo=cuenta hasta diez, botón de pintitas=sácale los ojos.
Pero las canas de algo sirven, además de ser conejillos de indias pa los tintes. (Y sirve la percepción de otros más aterrizada o más humorística).
Bah. A ratos se me olvida el por qué no estoy en ciertos lares. Ahora recuerdo.
Tocan días --mientras estén disponibles-- de ordenar desde el refri hasta el disco duro de mi manzanilla (MAC forever); sólo tengo 300 megas disponibles (¿de qué madres llené esto?). Aprovechemos mientras el guampiro laboral anda de vacaciones... y mis golems están observando en las pilas de papel...

domingo, mayo 23, 2004

Calentando motores... aunque no se necesita mucho, el calor allá afuera está chamuquesco; pero aquí en la colina anda una brisita muy grata, igual de grata que rencontrar a los amigos después de días de encierro laboral. El fin de semana se alargará hasta mañana. Presentaremos unos librillos. Y aunque tengo que escribir unas líneas, no es lo mismo perderse en las líneas de la tipografía que en una brevedad sobre la poesía en prosa.
Después pondremos orden en estas paredes. Lavaré los vidrios. No quiero que nada se le pierda a la vista: esto es textual y esto, igualmente, es una alegoría. La adrenalina puede esperar.
Y: el agua de limón sabe mejor a la sombra de los árboles plomizos.

viernes, mayo 21, 2004

Creo que al fin terminan mis días de guampiro laboral. Ya entregamos lo entregable. Supongo que dormir a destiempo y convertir el horario y la cotidianidad en un caos provoca regresiones.
Como a pardero, me tocó una infancia ambientada con la música de Cri-cri. Ahora es una complicidad con amigos y conocidos de la misma generación. Todos tienen su canción favorita, la más alegre, la más triste, la que desconocían. Y algunos tenemos las obras completas ya digitalizadas (y los menos lo seguimos escuchando).

La música era impecable, y las letras guardaban la consigna del poema.


muñeca de Netty Lacroix


Sí, mi fetiche cricriesco (¿será así?) es La Muñeca Fea. Sin conocer la música la letra es coleccionable. Pero completa es entrañable e inolvidable. Las regresiones son, las más de las veces, azulísimas. (La liga tiene letra y tonadilla, cuestión de fusionarlas en el laberinto de la oreja):
Escondida por los rincones.
Temerosa de que alguien la vea.
Platicaba con los ratones
la pobre muñeca fea.

Un bracito ya se le rompió.
Su carita está llena de hollín.
Y al sentirse olvidada lloró
lagrimitas de aserrín.

miércoles, mayo 19, 2004

Ayer, en la noche, mientras peleaba con ciertos archivos, me trajeron un cuaderno. Como el cigarro y el café, los cuadernos son un vicio. Lo curioso del recién llegado es el lema impreso en una portadilla: Esta libreta fue elaborada a mano e impresa en la Rayadora The Hichoh Harrisburg P.A. USA modelo 1896 la máquina es propiedad y acervo histórico de Talleres Gráficos de México.
Sí, la palabra libreta es más hermosa que la de cuaderno. Pero no es en el sinónimo donde está la maravilla, sino en la palabra Rayadora: una vez al mes hechan a andar esta máquina cuya función es, por supuesto, rayar; puede imprimir líneas de distintos grosores y colores. La libreta nueva tiene un rayado clásico, rojo-azul, con cornizas de triple raya combinada. Pasta dura, forrada de tela azul, guardas con un grabado-retrato de maese Posada y un lomo redondo que es más grato al tacto.
La rayadora tiene otro secreto, además de sus años acumulados: es de inyección. Sí, una máquina de inyección del s. XIX: no utiliza rodillos entintados, deja fluir hilillos de tinta sobre el papel. Quien tenga un modelo nuevo de impresora comprenderá que no hay nada nuevo bajo el sol.
Las libretas nuevas me dan gran placer. Y no por la posibilidad de escribir algo nuevo (que no hay tal) sobre ellas; tan sólo por el objeto mismo.
Uf, hora de ir al banco. Hoy será un día largo.

lunes, mayo 17, 2004

Me ha gustado este Falero:


Luis Ricardo Falero


Me ha gustado este Panero:

El otro ensucia la página
y queda sin el otro
el emperador sin vientre de la nada
y gusta de estar desnudo
sobre tu tumba pálida
igual a la sombra fría de la nada
con el vientre desnudo miras pasar las páginas
con el vientre desnudo donde van
a morir los pájaros
rezándole aún a la sombra desde la sombra
húmeda
como las páginas.

Leopoldo María Panero

Me ha gustado...¿?
(los secretos no riman).

sábado, mayo 15, 2004

uf, pues parece que hemos logrado nivelar la nave y hoy no tendré que jugar al guampiro laboral. Mmm, el tag además de ser un burdel clandestino también ha resultado un umbral-retro.
Hace días les explicaba a los hijos quién fue Tío Gamboín y su horrible esbirro: Corcolito. Éste era un punto luminoso que imagino representaba un gran logro en cuanto a efectos especiales en TV. Corcolito era un soplón, un chismoso, un terrible vouyerista. Pero nosotros --entonces niños cándidos-- nos tragábamos el cuento: oh, sí, Corcolito era un pequeño dios.
En aquellos días la TV 24 horas era sólo Sci-Fi. Uno aguardaba ante el monitor repleto de bandas de colores a que la transmisión iniciara. (Y ojo, que no tengo 50 años, ni soy la bisabuela de bloguilandia).
Y recuerdo cuando cancelaron ciertos programas por exceso de violencia, ja, relatos de santos en comparación con Dragon Ball.
Ah, la niñez de los 70, en la que temíamos a un punto de luz; durante la cual patinábamos con vestido para ser niñAs, mientras algunos adolescentes --con pantalones acampanados-- mencionaban a Castro, El Che, La trova y susurraban algo de un tal 68.
Nunca diré que antes fue mejor. Sí diferente. Pero estoy tentada a decir que ahora me gusta más. La expresión tiene nuevos caminos y aunque nos cueste trabajo creer todo muro, tarde que temprano, definitivamente cae (aunque sea en cámara lenta).
Mmm, recordé a la Princesa Caballero, pero esa es otra historia...

viernes, mayo 14, 2004

zzzz. Muy tempranito me fui al anunciado festival del día de las madres. Bailes rusos, donitas con canela, música desconocida y esa barrera con las otras mamis y papis (puaj). Ahora tengo un sueño que no se diluye, más bien se materializa paulatinamente. Ni hablar, por algo el supuesto mago de los sueños carga un saquito con arena conformada de terriblísimas sustancias abrasivas que trazan surcos en las retinas. Seguro compra en las tlapalerías polvo de lija del diez o vidrio molido cuando anda de snob. zzzz. Me dormiré una hora, con despertador de por medio, o por los menos mantendré los ojos cerrados. Y conseguiré un DDT por si el mago de los sueños insiste en fastidiar, que siempre me lo he imaginado como un moscardón en traje de lentejuelas. A la meme. zzzz.

miércoles, mayo 12, 2004


Richard Ferguson


No, todavía no llega la wafflera y creo que lo que le da sentido a desear un electrodoméstico va más allá de su valor práctico o superficial (como lo es tener una wafflera).
Deseo, deseo muchas cosas. Porque desear es lo que mueve y no el ver cumplido el deseo. Y podría enlistar, con aire de pedantería, que deseo las obras completas de Tralk (400 pesitos); y perderme en un castillo medieval; y ver una exposición de Chagall; además de aprender italiano para leer, nuevamente (aire más pedante), La Divina Comedia.
Nada. Hoy deseo una wafflera. Para tener un waffle. Que en algo tan sencillo, cuadriculado, oloroso a pan recién hecho, con las celdas resplandecientes de maple y escurriendo mantequilla por doquier encuentro más sentido, hoy, que en todo lo que hice, hago y haré.
¡Mi reino por un waffle!
(aunque no hay reino, puras ruinas cotidianas).

martes, mayo 11, 2004

Hoy no sé nada, ni quiero saber nada. Queda romper el record propio de páginas formadas; y leer las voces de otros (y este es nuevecito, cool):

En los sótanos del infierno se reúne el Clan. Nadie baja. El Maligno le teme a las voces enloquecidas, a los ángeles de cristal que se destrozan en sus fauces cuando suenan los tambores. Hay noches en que las pisadas del tiempo dejan huellas en los corazones de la banda, mientras una mujer rueda por las escaleras sin fin que se pierden entre pentagramas malditos. El silencio es entonces un muñeco de vudú atravesado por clavos y claves de sol. Los laberintos se llenan de humo. Se sabe que en uno de los aljibes dos guitarras de agua se afinan con la música de las esferas, aunque los muertos dicen que nunca nadie la ha escuchado. El verde y el negro salpican el blanco de los ojos. Arriba, muy arriba, enormes buques cargados de monstruos recorren las pesadillas de Dios. Sin sentir, un tropel de lagartos trepa la piel del muro buscando un cielo que ya no existe. A lo lejos suenan tonadas tristes de cantos azucarados y en las fisuras del infierno sigue soplando el ánima. El Clan se desvanece. Los huesos de sus cuatro esqueletos lumbre construyen aquel sonriente rostro de sal que brilla en la memoria. Al final, el adiós es una letra minúscula, una hormiga ultravioleta patinando en el espejo sin luz de Babilonia. Suenan las trompetas del Arcángel. Oremos.
Ricardo Bernal


lunes, mayo 10, 2004

Aquél que hablo sobre los idus de marzo, o su editor, se llamó a engaño o dejó plagado su escrito de erratas. Los idus son de mayo. Necesito comprarme un transportador, no para irme a Venus, sino para girar el mundo 180 grados. Y aunque el este está ahora en el norte, y la desvelada no me sentó y afuera mis emisarios imaginarios son atroces, me auto festejo:



pd1: Y que alcance el festejo para las madres que andan en bloguilandia.
pd2: Besos a mis amigos que son víctimas de mi patologia de mamá-gallina.
pd3: Y a mis enemigos, vayan y chi... a su madrecita pero con mucho amor.

sábado, mayo 08, 2004

Llueve. Imposible abrir la ventana, el aire repleto de anémonas no es bueno para la gripe agazapada. Y ahí está, una vela roja antitabaco de fruits rouges. Y contabilizo ¿cuántas frutas rojas hay en el planeta?: manzana, cereza, frambuesa, fresa, uva, pitaya, tuna, sandía... pero ¿tienen que ser totalmente rojas o magentas? ¿sin cáscara verde o sin semillas negras?
Nada de esto importa. Sólo está la vela y su flamita que danza como si logrará escuchar el ritmo afro de la lluvia estrellándose en la lámina de los coches allá afuera. Y yo dejo correr los minutos como si el rojo y la luz y el agua pudieran dictarme las tres cuartillas que aguardan, con un golpeteo de dedos en el Word.
Esta madrugada está tan desangelada como el texto del que debo —sin desearlo— hablar.
Debo, cómo me incomoda esa palabreja...

jueves, mayo 06, 2004

No todos los besos se quedan en el limbo del nunca-jamás. Siempre quedan los tímidos osados o los descarados donjuanescos.
Cuando alguien pretende robar un beso importan dos factores: arrojo y velocidad, radicando en éste último el éxito rotundo de la felonía. Según recuerdo aquellos que llevaron a buen fin la empresa actuaron como relámpago. A la mayoría les tocó bofetada (y a uno puñetazo, personaje que me odió para toda la eternidad) y mi cara de asco. Los que fueron esquivados en el intento se llevaron un ¡qué te pasa, imbécil! o un movimiento cortés pero negativo de mi cabeza (elección que dependía del susodicho o del clima).
No me arrepiento de cerrar la puerta en esos casos; mas existen, en la memoria, tres sucesos donde la velocidad y arrojo de terceros fueron disfrutables. La última vez me quedé con taquicardia mientras el ladrón huía corriendo por una avenida.
A mis treintaytantos, tristemente, nunca le he robado un beso a nadie. Mi carencia es el arrojo, que la velocidad seguro la tengo si, en aquellos días, podía esquivar los ataques de otros. Me consuelo al suponer que me ahorré una que otra bofetada mientras una vocecita me susurra: cobardecobardecobarde...

miércoles, mayo 05, 2004


J. P. Witkin

En algún lugar yacen las palabras nunca dichas, el acto truncado y el calor contenido que termina siendo un trozo de carbón húmedo. Y en ese calor exterminado se pierde el beso postergado que Witkin ha logrado atrapar en una imagen. Ese beso imaginado que sabe sólo en la ensoñación y termina diluyéndose por cansancio, por tibieza o cuando el objeto del deseo es otro.
Así han de verse los besos postergados: torcidos, perversos, pudriéndose...

pd: queda agradecer a lisa por nombrar a Witkin para nuestro asombro.

martes, mayo 04, 2004

La madrugada no dio de sí, aunque no importó tanto, creo que el fin de semana lo laboral avanzó. Me dormí con el temor de estar acatarrada. Salí de una clase y me tocó lluvia nocturna, y a ciertas horas uno no puede quedarse bajo techo, hay que llegar a casa. Terminé alucinada entre figuras del tarot y la lluvia menuda pero tupida que me congeló hasta el tuétano. El agua es incontenible, su quietud es efímera. Siempre termina desparramándose, lavando, arrancando. Somos agua.
Y en la madrugada, que no dio de sí, me cansé de ver lo que guarda el agua. Imaginaba pequeños pulpos negros, diminutos pero escurridizos agazapados en el esternón, con sus boquillas dentadas, aferrándose. No son los pulpos-terciopelo del niño-Maldoror. Son pulpos lunares. He deseado arrancarlos de aquellos que andan sombríos. Pulpos abisales. Pero ¿quién los guardaría? ¿dónde esconderlos?
Hoy todo es sol y verde limpio y olor a tierra húmeda. Ya no quiero pensar en los pequeños pulpos que escurren en otros. Son contagiosos.

domingo, mayo 02, 2004

Las cosas que uno descubre en estos caóticos libreros. Hace un tiempo el tarot-master me dio a leer una curiosa noveleta de Raúl Navarrete. Ahora descubro un pequeño libro, amarillento, de la editorial Joaquín Mortiz: Memoria de la especie (1977). Sí, es del mismo Navarrete.
Se me antoja que este poema flote en el aljibe. Caray, y dicen por ahí que los gerundios son atroces. Pero en este poema el gerundio es el centro.

Mujer muerta
Raúl Navarrete

Con ojos no del todo descompuestos
una mujer muerta nos está mirando.
En años breves y días dificultosos
otros tiempos vivió, otros fueron sus gestos,
las ropas que ahora usa y el temblor de sus manos.
Nos mira muerta, nos está mirando
la mujer. Más allá de nosotros parpadea sentada
en la rama de un árbol. No sabemos cómo fue a dar
allí. Se examina los brazos, abre y cierra los ojos.
Parpadea y aparta las delicias de la luz
encantada. Qué le diremos, qué vamos
a decirle si nos está mirando y se mueve y parece
que nunca más va a irse. Descalzos
y amarillos se deshacen sus pies. Su pecho
aún se agita. Nada dice la muerta.
Sólo ahora con ojos aún no descompuestos
se mueve, nos mira, nos está mirando.