viernes, enero 28, 2005

1. Imagino la devastación como una entidad acuática que cualquier pluma fantástica podría describir. Podría tener escamas, branquias rojísimas y fauces iridiscentes de pez abisal. Al materializarla y nombrarla (que puede ser la misma cosa) podría aceptarla, pues el ser implica inevitabilidad.
2. Quize escribir algo sobre un aniversario: 60 años despues de Auschwitz. Pero el tono primero me ha fastidiado y terminé borrando el archivo.
3. He escuchado comentarios sobre el Holocausto y sus manifestaciones --literatura, pintura, cine--. Para algunos ya fue suficiente. Para otros el silencio no existe. Y he escuchado un "se lo merecen", un "se lo buscaron", un "ellos hacen lo mismo". Y me aterra el horizonte estéril de tantos.
4. Nazismo, sionismo, judíos, palestinos, comunistas, gitanos, deformes, presos políticos. Son palabras, pequeñas palabras que intentan encerrar y mermar las historias solitarias y, aunque similares, únicas.
5. Imagino la Devastación como un leviatán que puede nadar en todos los elementos. Y sólo él, animal terrible, conoce el sortilegio para mostrar la bondad y la maldad en toda su radical pureza. Y es inmortal, amoral e inasible.
6. 60 años del fin. 60 años del inicio. Ignoramos que todo pasado es raíz. Y Leviatán tal vez sea un árbol inmenso del que penden frutos hermosos de aquellos que subliman; pero están los frutos cruentos de aquellos consumidos por la ira, la culpa y la tristeza. Son los más, que nadie a reinventado el color del olvido. Mientras esto no suceda nadie ha de olvidar el nado vertiginoso del Leviatán imaginado.

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