miércoles, enero 12, 2005

Ayer visité a La Teacher. Con ella tomé un par de talleres hace años. Por ella me animé a dejar mis versitos para narrar lo que se me ocurriera. Es una excelente tallerista y posee esa personalidad femenina que me embelesa: de esas primeras mujeres que se dedicaron a nadar contracorriente. Gracias a ella tengo los libros publicados, mis laureles y la osadía de dar talleres a otros. Si de buscar aprobación se trata, la tengo a ella, aunque no la vea todas las semanas y pierda contacto por meses: es una vocecita que traigo cargando a modo de Pepe grillo.
Sólo que a ratos me falta su fiereza y en este rol, de ser "camarón que se duerme" mas se sueña barracuda, mi yo-camarón resulta ser salmón que sí nada contra corriente pero para llegar a un lugar sin retorno. Entonces se tiene que soñar otra cosa, o dejarse llevar por la corriente en lo que averigua para dónde jalar.
Nada que termino los pendientes, nada me gusta lo que por aquí y allá sucede. Debería terminar y mandar todo lo que estorba a freír espárragos (ya no diré a la chingada). Así el camarón despierta en sueños y termina lo que dejó pospuesto hace un año. O terminará decapitado o ahogándose en la ketchup de un cocktel.



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