Hace meses me topé con el libro de Beatrix Potter, sus cuentos completos ilustrados, edición original, pasta dura, toda una monería. Cuando chequé la etiqueta (esa con código de barras) supe que no lo podía comprar. Mis frustaciones de bolsillo son pasajeras, se compensan con el deseo perpetuo de tal o cual cosa. Desear tiene algo de umbral: permite que la fantasía fluya. Aunque ésta puede acariciar lo patológico, o poseerlo completamente. Pero eso es harina de otro costal, y del costal gráfico del último día de enero podemos ir a tomar el té en la guarida de un roedor (sí, té, que la Potter era "british"):
pd: Bloguear o no bloguear. De todos los argumentos a favor, en contra, por arriba y por abajo del blog éste, en Paralelogramas es el que más me ha gustado. Y al que no le guste, o al que sí le guste, puede escribir su tratado allá en la materia inexistente donde la blogología tiene lugar.
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