Que Marlon se fue al otro lado del río y nosotros nos quedamos, en esta orilla. No sé para qué escribo sobre arcángeles, aunque el tal Saeltiel me vendría bien (dicen que combate la intemperancia y la gula). Pero todo los ángeles están rotos, vueltos añicos ¿que cuándo se despeñaron? No sé ni me importa. Para no ver los cachitos corro por las calles, corro por las páginas de un libro y sigo mi loca carrera por el teclado (mi estúpido escaner no funciona, odio capturar). Semana des-hijada. Qué Marlon tan cobarde que se huyó al otro lado del río. Y no sé para qué espero ciertas voces, para qué pienso en esto y en aquello. Al rato tengo la agenda llena, llenita como piñata pero si la rompes no caen ni naranjas ni cañas ni limas ni limones. No cae nada. (Qué amargosa ando). Me duele el esternón. Buenas noches, Marlon.
martes, julio 06, 2004
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