viernes, noviembre 21, 2003

En el sagrado arte de la repostería cualquier error de cálculo resulta garrafal; es una alquimia de ingredientes y cualquier aprendiz puede desatar la furia del azúcar.
Nunca había horneado algo en la mañana, la cocina siempre aguarda por las tardes. Hoy que vienen comer los amigos me aventuré a cocinar todo el mismo día. Inicié con el panqué de plátano, receta de la casa. Y por primera vez en su platanesca historia he arruinado su apariencia: se rompió, una decena de trozos dorados yacen en el platón.
En definitiva, por las mañanas soy border; utilicé los moldes equivocados (los que uso para el fruit-cake). En otras épocas hubiese tirado todo (y presta iría a comprar un postre per-fec-to); ahora no, las presentaciones cuentan pero la esencia es primero.
Móndrigo san Plátano, dónde estás cuando te necesito:


(y san Plátano se limita a reir cínicamente)

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