martes, noviembre 18, 2003

Pues no, creo que nunca había escuchado, leído o imaginado esa pregunta: ¿qué postre sería yo? (clama Sandrágoras en el tag).
Bajo la remota suposición de que mi caracter es dulcísimo, y de la certeza de que es inestable, la elección se bifurca:
1. En los días de acción, jocosidad, dudoso optimismo, creatividad desbordante (y sin dirección) elijo ser un flan de queso, empalagoso, perfectamente cubierto de caramelo ambarino (nunca oscuro, la azúcar quemada amarga, y el caramelo DEBE ser ambarino). Sencillo, brillante, y de fácil deglución.
2. Para los días en que las sombras caminan conmigo, donde el negro se acomoda y mi patetismo natural lo colorea todo la elección es Muerte por chocolate: un laborioso pastel que reúne 4 recetas en una, se necesitan casi dos kilos y medio de chocolate y horas para su confección. Comer una rebanada es un placer inmenso; comer dos; un pecado dantesco; comer tres, el más dulce de los suicidios.
Y para los días menos radicales (que siempre hay enmedios) me conformo con cualquier malvavisco o dulce de grenetina (pero de figuritas).

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