martes, agosto 19, 2003

Cierto amigo-duende siempre habla de sincronicidad; aquellos sucesos que parecen casualidades, mas pertenecen a los territorios de la causalidad. Ayer buscaba un libro en estos libreros del caos, claro que no lo encontré porque mi vista se detuvo en un lomo que, según creo, nunca había visto: Los reinos de Cintia, sobre Propercio. Per se, el título me resultó llamativo; cuando leí quién era el autor, Rubén Bonifaz Nuño, la arrogancia asomó: ¡cómo, yo he leído toda su poesía! (Tontita, ni la has leído toda y esto es un ensayo).
Me fui directo al colofón para buscar el año de la edición (el libro está algo amarillo): 20 de agosto de 1978 (hey, ese es mi cumple). Y comencé a leer.
El ensayo, a lo Bonifaz, más que mostrar la vida y obra reconstruye la escencia misma de Propercio (poeta lírico de la antigua Roma). Y aquel que logra invocar la escencia de los muertos también logra construir ventanas para los más ciegos (como yo):Y cabría preguntar entonces por qué deseamos tan insistentemente volver a la juventud, y la única respuesta válida sería que lo hacemos no para volver a tener, ya que en realidad nada tuvimos, sino para volver a necesitarlo todo. Pues lo que los años nos van quitando son, ante todo, necesidades. Así como Propercio regaló su poesía amorosa, Bonifaz regala un engrane para seguir en movimiento. Total, mañana seré la primera en felicitarme y abandonaré mi pose de amargosita. Venga, Bonifaz:

Dicen que la vida prosigue.
Entre nieves remotas, luces
que desconozco, abro los brazos
-lazarillos a ciegas-; busco.
Rubén Bonifaz Nuño


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