jueves, agosto 14, 2003

Una promesa. El portero me prometió un cordero, aunque es un cordero especial; es un pequeño animal fantástico que descubrí en un bestiario medieval.
Borametz, así se llama. Cuentan que existe, allá en oriente (lejos de las bombas, supongo) una extraña planta cuyo fruto se asemeja a una pequeña calabaza; al madurar ésta, de su interior sale un pequeño animal, parecido a un cordero, llamado Borametz. Este cordero vegetal se alimenta de la hierba que crece alrededor del tallo de la planta, cuando la hierba se agota el animalillo se seca y muere. Dicen que su lana es finísima y su carne es el alimento predilecto de los lobos.

Creo que el portero tendrá que hacerme dos dibujos, uno con el cordero y otro con mucha, muchísima hierba para que el borametz no se muera y bale todas las noches (el balido ahuyenta lo azul de los cuartos).

P.D.: Me gusta oír ciertas voces en la noche, aunque sea por teléfono, son como esos balidos fantásticos, son dulces. Llueve. Tendremos jueves de clase. A dormir.

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