martes, agosto 12, 2003

Regresé de la clase de los Arcanos, me comí un racimo de uvas verdes y una dona (qué cena); veía algo en la tele y pensaba sobre el golem que iba a abrir esa noche. Nada. Me quedé dormida hasta hoy: ese grupo de los lunes se roba la energía. Ahora pienso cómo entrarle a un texto para la presentación de hoy en la noche, igual me quedo dormida sobre el teclado hasta mañana.
Y medito sobre la palabra Musa y los géneros: decir muso es horrible, y un sin sentido. Musa, en lenguaje figurado, es la inspiración, el numen; no solamente provocado por una persona (en algunos diccionarios afirman que lo provoca, exclusivamente, una mujer). Podría decir que la ciudad, los autos, la avaricia, los chocolates, los pozos, etc. son mi Musa. ¿Y cuando es un hombre?: Él es mi musa, tendría que usar una construcción gramatical como ésta. Si voy por la calle y exclamo -hey, ahí va mi musa- los ojillos morbosos buscarían una mujer (las mujeres me caen bien, pero no me provocan bajas pasiones, ja). Me niego a usar muso, mas por cuestiones sonoras que por vigía de la lengua: muso, uso, buzo, puso, tuso. La O final cierra, apresa; la A, de musa, abre, busca, se expande (y eso pretende la inspiración). No faltará quien escriba Mus@, qué, ¿creeran que la @ es un hermafrodita gráfico?
Mejor me voy al Word: si la musa no viene a la montaña, la montaña va la musa.

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