lunes, agosto 18, 2003

Intentaré modificar mi horario de murciélago, asi que bloguilandia y el outlook serán matutinos; realmente el monitor-desayuno sabe raro. Veremos cómo nos acomoda el nuevo orden. La cocina aún huele a frutas. Y he descubierto que los chiles tienen un dulzor sugestivo, sí, dulzor.
Me ha gustado la frase que dejó frida en el tag: El nombre es arquetipo de la cosa. La dimensión de esto puede resultar asombrosa, y aterrante si pensamos en hados y destino. Pero quedémonos en el arte de nombrar; así como aquel Mago de Terramar, uno se sueña poseedor del nombre verdadero de las cosas, aquel que puede designar con precisión y que de alguna manera revitaliza al objeto mentado. Este nombrar se convierte en un deseo diario, en un quehacer cotidiano (que algunos nombran obsesión): buscamos sinónimos, antónimos, descubrimos palabras nuevas, recuperamos aquellas que han entrado en desuso o nos atrevemos a crear variaciones.
Estar vezado (acostumbrado), transido (acongojado); estados que alguien ha nombrado ya, y cuyas palabras se transforman, cambian o se olvidan. (Transido es recuperable, y sonoramente muy hermosa).

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