domingo, agosto 10, 2003

No he terminado las planas del Lazarillo porque es inevitable detenerse y leer; realmente esta edición comentada está primorosa, hasta glosario tiene. Vendrá mi amigo El Árbol a desayunar, veremos qué invento de desayuno, no ando con ánimos culinarios; será que ahora me da por soñar con aristocracias decadentes y choques de trailers: no es muy inspirador.
En la tarde releí El cementerio marino, creo que me quedé con sed de brisa con la peli de ayer, aunque la brisa del Valéry no es del todo refrescante, sino densamente monumental.
Y sí, la Kermit de aquí arriba nada tiene que ver con el Lazarillo (aunque El Árbol es verde y el cementerio, a ratos, también). Cómo me gusta esa canija rana. En realidad viene a colación por un post que me sirvió de espejo; lo leí hace rato en la guarida del elefante, algo sobre cigarrillos; tampoco Kermit tiene nada que ver con tabaco y paquidermos, pero la dirección sí. Me robé unas líneas:

Mientras sucede, tendré que fumar solo. Y seguir usando de cenicero el platito con el Sagrado Corazón.
¿Ve lo agrio que soy sin usted?

Elefante dixit

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