Tenemos La Odisea (aventurillas de Odiseo), La Eneida (¡salve, Eneas!) y Las Cruzadas (sí, la cruz, la cruz), pero ¿dónde queda Ícaro?: tendría su La Icarada, La Icareida (para suavisar). Tal vez nadie escriba La Icarada porque su heroe no es uno, sino todos.
Ícaro no tuvo grandes aventuras, no visitó países remotos, ni venció a las hambrientas sirenas; sólo se atrevió a llegar al sol y zum, zaz, crack, se rompió.
Todos nos ponemos las alas, alguna vez, y pecamos de arrogantes, imprudentes, temerarios, ignorantes, osados; y todos caemos (dándonos en la madre como dicen aquí en mi agujero). No todos se levantan de entre los muertos, algunos se quedan desparramados para siempre; otros se quedan quietos y terrenos; y los hay que reconstruyen las alas una y otra vez.
La Icarada enseñaría que el fin último no es llegar al sol (de llegar terminaríamos algo carbonizados) sino aprender a planear por ahí. Quedaría inventar nuevos seres fantásticos para condimentar la historia...
p.d.: esta vida matutina es rarísima, me parece que las mañanas no rinden, me gustaba más ser vampirillo.
martes, agosto 26, 2003
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