Tuve que abandonar a los golems, y eso que andan muy dispuestos; salí de casa, calculé cuánta lana me podía gastar y crucé mis deditos para no bañarme con la lluvia. Objetivo: vestidito ad-hoc para la boda. No me había percatado que hace tiempo mi guardarropa se resume a jeans y pantalones negros. Hasta me creo capaz de haber podido llegar al sábado, en la noche, y darme cuenta que no tenía qué ponerme (literal). He tomado una postura de lo más radical, la he llevado al mismo extremo que las monitas Soy Totalmente Palacio; sí, los extremos se tocan. De otro color, pero soy igual de snob.
Antes dedicaba algo de tiempo y clóset al asunto del arreglo personal; ahora ese mundo no existe. Paso demasiado tiempo en un mundo inteligible, y me parece que a ratos volverse terrestre es necesario.
Encontré un vestido simplísimo rojo-quemado-sudario; me paseé por los mostradores de pinturitas; escuche pláticas de mujeres y al final, cuando llegaba, la lluvia me atrapó (está usted bautizada). He incorporado a mi mundo de golems a una mujer que ví, un maniquí de carne y hueso, veremos...
viernes, agosto 01, 2003
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