Domingo verde y dulce. Al fin logramos materializar una comida, o casi. Semanas y semanas de posponer un curioso guiso, total, el curioso guiso derivó en uno totalemente verde (receta exclusiva de la prendidísima Libia). Mas el verde puede resultar suculento (más que las lechugas-espinacas-quelites-acelgas-verdolagas). Y si al verde humeante de los platos añadimos amigos queridos, la semana seguirá verdeando por ahí. Creo que el rojo es envidioso, a ratos, por alguna extraña razón el rojo de las cerezas (que vivieron en un pastel) se violentó ante tanto verdor: de repente descubrimos extraños paralelismos entre el gas y los espejos, Luis Felipe dibujó flores descubiertas en un balón de fútbol y Alberto se mostró tal como es: un alquimista. RAX apartó la cereza de su rebanada de pastel (tiene una gran intuición), yo hice lo mismo (aunque ya me había comido la mitad).
Cuando todos se fueron me quedé algo triste, realmente el domingo verde fue entrañable. Hoy lunes me queda el recuerdo en un libro que me regalaron rax&albert, un libro que según cuenta la leyenda pro-me-te. Acabo de poner en orden la casa (guardar platos, barrer las flores de fut y uno que otro fragmento de espejo). Lo único curioso son esos pequeños arenques que encontré bajo el sofá: creí que el pingüino aquél era totalmente virtual (y juro que no he comido ni una cereza más).
Besos a los amigos del domingo.
lunes, junio 23, 2003
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