miércoles, junio 11, 2003

Otro día de compu. Agh, y de hormonas: migraña, náusea, sueño y más migraña; y luego pastillas mágicas que dan más sueño, pero no quitan las hormonas; y si ellas se fueran la historia sería más atroz, supongo.
Las fotos tienen vida, o guardan parte de ella, dicen por ahí (y sí, los gérmenes pululan en cualquier papel, ahora escanearé con tapa-bocas).
Traje a Pilar, que así se llama-llamaba, su historia está en un libro; un libro entrañable de una española idem; dediqué horas a ese libro (más de las que me pagaron), por gusto propio, movida por el asombro de encontrar una esencia tan luminosa como la de mi clienta la española. No es una escritora ¿profesional? (término pretencioso y estúpido), mas tiene ese fuego que falta tanto a otros con más oficio. Gramaticalmente hablando, el texto es limpio; pero su voz de agua-que-corre está entre líneas. Muchos de sus personajes, reales, son memorables. Como Pilar. No todos son sombríos. La autora sabe poner foquitos a donde va (en el papel, en la casa, en quienes la conocen). Eso no se logra con el oficio, es innato.

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