lunes, junio 16, 2003

Y aún con una megadesvelada, de esas que entintan las ojeras y matan un tercio de neuronas, fui a ver El Españoleto. 40 cuadros, los más, memorables. Tengo el horizonte plagado de miradas, ojos de óleo que inexplicablemente logran vivir y ser humedad sobre un lienzo. Uno en especial me conectó con un asombro infantil: Apolo y Marsias. Anécdota de la mitología griega: un fauno cree superar el divino talento musical de Apolo. El dios griego (como todo buen dios griego) le enseña al fauno que la soberbia no es buena consejera: lo cuelga de un árbol y lo desolla vivo. Este amable relato lo leí en aquél Tesoro de los niños (mmm, por eso éramos tan contenidos).
El cuadro de El Españoleto es enorme, abarca un muro entero: el horror, en óleo, puede ser hermoso.

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