Un molesto catarro veraniego repta por las paredes, llevo días escapando de él; entré a la cocina y lo descubrí agazapado bajo el refri, tomé un libro y estaba impreso en el colofón, ayer lo descubrí columpiándose de la lámpara-tucán del cuarto rosa. Hoy no lo he visto. Supongo que encontró un pliegue en mi almohada y, por la noche, logró su ansia de posesión. “Ansia de posesión”, a eso dedicaremos estos días, no con el catarro, sino con las mujeres de E. A. Poe. Toca clase sabatina, nuevamente. Buen pretexto para releer y tratar de poseer al de las aguas densas...
martes, junio 24, 2003
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