Los conejitos azucarados los tomé del blog cooldesechable. Parece que Jualator visitó Londres y pudo robar imágenes inusuales, en revistas y demás, de esos parajes. Vale la pena visitar su blog, tiene un curioso ojo detrás de su cámara.
viernes, mayo 30, 2003
Odio las dietas controla-azúcar, no tanto por la represión de los antojos sino por el acecho incesante del reloj (hey, tres horas, cómete una uva, hey, seis horas, falaste, fallaste). Solía, en aquellos días, comerme un kilo de chocolates; ni engordaba ni mi rostro hacía erupción. Ahora me resigno a observarlos, o comerme un par; y a embriagarme con el aroma cuando paso junto a una confitería. No es cierto, no hay tal resignación. La neta no puedo comerme má de tres, me dan náuseas. El cuerpo es medio sabio, y digo medio porque espero el día que rechaze el café, el cigarro, el Bailey´s (harto azucarado) y las ganas de no ver a nadie (ja). Ya me voy a buscar mis apuntes de narrativa tradicional, mañana me toca clase en H. diplomado de esta ciudad.
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miércoles, mayo 28, 2003
Qué espanto, me desperté pasado el mediodía (me volví a dorir después de levantada pa escuela); qué blandengue, me pongo blue por cualquier cosa. Aunque tengo una sensación de ligereza (¿será que ho he desayunado?). Leo por allá a Rax (indignación). Las cartas dicen que el fuego se salió de control, y ya saben cómo es incendiario. Ok, el sube y baja (Julio dixit). Me gustaría quedarme escuchando Depeche Mode, viendo en lontananza pero no. Mañana entrego el último tramo de unas planas (Y sorpresa, me pagán ya). Repetir tres veces: arriba, arriba, arriba...
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Pondré un letrerito en mi ventana: bruja a domicilio. El taller de los martes naufragó, por decisión propia. Creo que existen límites invisibles que sorpresivamente se elevan como murallas. Son muchos martes. Hoy llegué tarde. Alguien se desesperó y el coordinador del lugar inició la sesión, mi sesión. Uno cree poseer lo que hace, lo que inventa y a lo que le dedica horas extras. Derepente no entendí el para qué de imaginar ejercicios o intentar abrir puertas en la creatividad de algunos. Simplemente me dí la media vuelta, con un fajo de copias bajo el brazo, unas pinturas y cartas del buen Vincent (el mentado ejercicio epistolar). No sé qué disparo el acelere de todos (o de unos). Y tal vez mis parámetros de respeto son absurdos y por ende, absurdamente no habrá más martes de taller (conmigo, puede darlo alguien más). Lo siento por el buen Vincent, nadie vió las imágenes. Aquí alguien las verá...
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martes, mayo 27, 2003
Hoy todas las palabras no tienen sentido, las historias terminan en basureros virtuales y el teclado se calla la boca. Sólo queda un dolorcito en el esternón. MUTE.
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[...]
Hay un radio encendido en un estanquillo cercano,
pasan unos novios --casi niños-- cogidos de la mano,
el sol empuja la torre de la iglesia hacia otro mediodía...
Yo iba a decir algo; cogí la pluma para eso, cogí mi alma para eso;
¿qué iba yo a decir?
JOSE CARLOS BECERRA
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domingo, mayo 25, 2003
Huellas. Si alguien pudiera colorearlas emergería un mapa infinito de los pasos. Grandes, pequeñas, anchas, oblongas, recuerdo de piernas que corretean por los días, espejo de todos aquellos que no hemos nombrado.
El gusano de metal sigue su camino, las mece. Huellas. Se antojan pequeños insectos que viven por un día, nacen, cumplen su metamorfosis y desaparecen sin testigos. ¿Y a dónde van esas historias?
He robado la escobita plateada que usa la nana para barrer las migajas de la mesa. Huellas, son eso, migajas de la gente que transita. Mañana muy temprano compraré mi boleto del Metro, otearé por todos los pasillo, buscándolas como quien ha perdido un arete. Las juntaré con la escobita, suave, y amorosamente, como una madre que acuna el polvo de los hijos. Huellas ignoradas por el bullicio de los días. Las guardaré en mis bolsillos, bajo mis párpados, sobre la lengua. Y todos serán recordados, todos los nombres, los rostros, las voces.
Huellas. Si alguien pudiera colorearlas, reptar por los suelos no sería tan malo.
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Listo, portadas (pequeñas propuestas) terminadas. Ya tengo el ejercicio para el martes (esta vez toca género epistolar, ¿algún día existirá el género blogal?). Seguiré con el retoque de fotos, pero no hoy, me espera el librito de P. K. Dick, cenizas, autos, rostros, ángeles; todo vive en este día, allá afuera la noche llegó antes de tiempo y espero cumpla su anuncio de tormenta. No más polvo. Haremos la danza de la lluvia mientras invento algo para que viva en las cacerolas.
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sábado, mayo 24, 2003
Lo dicho, anoche dormí como lirón. Los ojitos están húmedos y listos para ver y oir. Y la pancita ya no duele, creo que fue víctima del estrés y el café (mmm, el café es ley). Los sábados son mis domingos, borro todo el exterior y cubro los relojes con paliacates imaginarios. Cuando están los niños me instalo en sus universos y exploro: hoy la hija me contó sobre una terriblísima organización llamada Leviatán, que vive en sus sueños y el hijo no se quita su medalla del campeonato de fútbol (agh). Iremos por sushi, nos aventaremos los palitos en la mesa y regaré mis plantas. Un día limpio, simple, ordinario. De esos días surgen las historias, los símbolos y las abstracciones. Suena contradictorio. No lo es.
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viernes, mayo 23, 2003
De noche, en
Hamburgo, un
cordón interminable de zapato --lo
mastican los espíritus--
ata dos dedos sangrantes del pie
y los convierte en juramento del camino.
PAUL CELAN
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Necesito las Nanas de la Cebolla, o las del ajo, nanas al fin, para arrojar la cabeza en la almohada y dormir como lirón. Después de vivir con la seño adrenalina varios días cuesta trabajo irla a dejar a la parada de camiones. Ella prefiere viajar a patín, alejarse lentamente y volver la mirada de vez en vez agitando un pañuelito blanco. Acelerarse es fácil, frenar no (y si frenas en seco te das cristalazo, uyy no me vaya a dar un infarto). zzzzz.
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jueves, mayo 22, 2003
[...]
He aquí el mar
El mar que se estira y se aferra a sus orillas
El mar que envuelve las estrellas en sus olas
El mar con su piel martirizada
Y los sobresaltos de sus venas
Con sus días de paz y sus noches de histeria
[...]
Huidobro.
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Lastre, lastre, lastre. Nave nivelada. Este vértigo laboral retoma su andar aterciopelado, algo así como rielar. El jueves será más apacible (ya no hay taller, un libro a la imprenta, otro a corrección y mi amiguito Bachelard espera). Seguirán horas de retoque de fotos y doblar la montaña sagrada de ropa limpia (deberían existir dobladores a domicilio, costo por hora); barrer el polvo del parquet o decidir sembrar una milpa en la sala (con un poco de agua y maíz palomero bastaría). Y para navegar por ahí, dejo unos barquitos medievales que naufragué hoy en una portada.
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miércoles, mayo 21, 2003
¡Crack! Así truenan los ejotes. Eso soy, un ejote anímico. Aunque uno duerma y tome cafeaspirinas el ánimo se diluye; se vuelve más suceptible, más observador (o acaso intuitivo). Y en su patética retroalimentación (destructiva, por cierto) se aferra a observar esas muecas que todos tenemos “entre líneas”; todos tenemos nuestro gesto de mezquindad, de egoismo, de pobreza. Y uno no puede andar por ahí descubriendo ese lado enjuto de la gente ¿para qué? Ni siquiera sirve de alerta, al final terminamos cayendo como esos insectillos atraidos por la luz fluorescente, bshhhhh (quemados pero necesariamente necios).
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martes, mayo 20, 2003
No, pues no, en este mail no hay ningún prólogo, mèrde, yo al rato no me conecto, me voy a dormir, ya no veo nada de nada y aquí no hay cocinera así que manden una pizza ¿como o me duermo? ¿muero o como? Estoy insolada por caminar una méndiga cuadra, no quedó de otra, me tocó un taxista pirado, con viajes astrales, y mundos paralelos (¿sabían que hay mundos cuadrados? ¿que un cometa se acerca a la tierra?) Mèrde, me baje antes, no me fuera ofrecer puré de manzana con cianuro para irnos de viaje por el universo. Ciertamente, con más horas de sueño y cero neurosis me hubiese divertido de lo lindo con la plática. HOY NO. No estoy. Ringggggg, llamemos a la pizza, ahí te ves prólogo y quiero una almohada. (veo naves, veo naves) ET phone home. RIP.
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Existe un cuarto de muros blancos, altísimos; ahí la penumbra es tibia y la saliva siempre dulce. Dentro repta una salamandra que se alimenta de luz verde, los santos y otros rostros observan complacidos. Hay las voces que esperan en cajas para desmenuzar el silencio donde las manos esconden las formas. Y está el pozo dentro de las pupilas del que devora las llaves de la puerta. (El pozo guarda las nanas de las piedras y monstruos de papel). En el cuarto blanco el aire es viento que roba el polvo de los estantes y refresca las palabras que nadie osa nombrar. Territorio que no nos pertenece y del cual sólo nos queda el reflejo en unos ojos, espejo, que no son los nuestros.
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domingo, mayo 18, 2003
Justificaciones del adicto: lo he intentado todo, los prendo y no me los fumo por lo que supongo que sólo me fumo la mitad, no todos los de la cajetilla como dicen por ahí. No fumo tanto. También los escondo, para que me dé flojera buscarlos, aunque luego me desespero y abro otra cajetilla. Al final hay cuatro abiertas por toda la casa (las muy ofrecidas), a donde me mueva están ahí, con sus cilindros humeantes y siempre agarraditas de la mano de un encendedor (¿cuántos encendedores tengo?). Muchos odian que fume (mal por ellos); yo odio que odien y me señalen con su dedito acusador: te vas a morirrrr, te vas a morirrrrr. Qué chistosos, si eso ya lo sabía desde antes. Ellos: ¿pa qué jodidos fumas? Yo: pa colorear el viento.
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INTERIOR (Genaro Estrada)
Mi cigarro es un cigarro sencillo y elegante. Su papel blanco está hecho con pasta de arroz del japón; tiene una suave boquilla de oro mate y lleva un monograma con mis iniciales en tinta azul.
Mi cigarro es un compañero delicioso que ilustra mis aburrimientos con láminas encantadoras.
Cuando enciendo mi cigarro, la habitación se llena de un tibio humo azulino y yo sigo por los sillones, los libreros y los cortinajes extrañas figuras que se forman y se deforman y me quedo semidormido, viendo cómo un dragón chino enrosca su cola punzante y enciende los fanales dorados, violetas, rojos y amarillos de su piel magnificente.
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sábado, mayo 17, 2003
Mmm, la ciudad y sus entornos. Acaba de pasar una patrulla, zummmmm, echando plomazos a un coche que a su vez echaba plomazos a la patrulla. La Ciudad y sus curiosidades. Hace rato llegué de San Ángel, antes de entrar aquí formé dos artículos (pa evitar la culpa); me gusta San Ángel, sobretodo si dedico horas a comer, beber (sólo café y juguito) con alguien como Rax. Rax tiene algo especial: uno puede ser como es, sin disfraz, sin barrera, simplemente ser. Reímos, escuchamos una trompeta, y vimos un gallito (que no sé por qué no se compró, tal vez para evitar los celos de D.). Lástima que olvidé el libro que le iba a dar, eso me pasa por desmañanada; esas lecturas son intersecciones: coincidimos. Somos diferentes, a primera vista; pero son esas intersecciones las que permiten estar horas con ella. Es raro encontrar gente así. Es raro pero ocurre. Cool.
Publicado por Erika Mergruen en 5:23:00 p. m. 0 comentarios
Y vine. Tal vez despegarse del monitor, después de estar todo el día armando paginitas, es difícil; o tal vez alguna extremidad innombrable ha conectado mi omóplato con el mouse. Leí una noticia, un nombre titiló en la memoria: Casa de la Cultura España (Casablanca). Nunca he estado ahí, nunca en carne y hueso, pero sí en las letras de EL narrador Muñoz Molina. En su libro Sefarad (entrañable) hay un pasaje sobre este sitio, sobre un personaje, un nombre que se queda en la memoria. Hoy vuelvo a encontrarlo, en una noticia: dicen que fue dinamitado por anónimos terroristas (¿todos lo son?). No sé que paredes han caído, qué ojos no verán más por la ventana, no sé.
La literatura es una caja donde, a veces, se esconden los universos que otros intentan extinguir. ¡Salve, Muñoz Molina!
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viernes, mayo 16, 2003
Déjà vu: está leve, unos ensayitos y un grupo de anexos.
La neta: Tablas, recuadros, títulos, notitas al pie, puaj, 8 horas y no llevo ni la cuarta parte, ergo no hay fin de semana, ergo me pondré como chile de árbol y me vengaré muahahaha (locura producto del café y la sopa instantanea sabor rojo). En fin, los patetismos del operador, zzzz. No hay pa donde hacerse. MUTE.
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Hoy soy invisible. Me quedo sentada tomando café y nadie me ve, nadie. Ya me puse mi disfraz de La Ignorada...RIP
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Sí, ya es trillado aquello de que encontramos lo que no buscamos...Buscaba unos corchetes, de aquellos que se usaban para pegar las fotos en álbumes de cartoncillo negro. Una clienta quiere una portada así, como álbum viejo. Y me encontré un gato: puf, un gato-garabato, a mí no me gustan los gatos, pero sí, un gato que arranqué hace muchos años de una revista. Gato o no-gato la ilustración ameritaba, supongo, la cirugía del impreso. Y claro, recordé a mi amiga Rax que ama a los gatos. Aunque ahora su casa está llena de focas y un tremendísimo pingüino supongo que un peludito más no estorba. Cat for Rax.
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jueves, mayo 15, 2003
No hay tal silencio, fijaos bien. Es un constante rumor de astros, de aguas, de respiraciones heladas, de alas de pájaros. (Francisco Tario).
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Noche. Muy noche. Ya es jueves, sin ser jueves. Me dormí, me desperté. Escribo aquí, escribo allá; escribo un cuento feo, muy feo, de locos y de perros. Y medito sobre si las decisiones las tomo o me toman; si son certeras o sabotajes; si llegué a la esquina y debo dar vuelta, o seguir de frente pa que me apachurre un BMW (es que son chulos estos coches). Y medito sobre lo que leí en el blog de Alberto, que se murió Helguera y a mí me dio tristeza muy azul porque pase días consiguiendo una antología que hizo del poema en prosa (de eso que nadie lee) hasta que un pupilo me la consiguió. Y acaricié la portada blanca del libro, y pasé días leyendo; a nadie le dije nada de la tristeza azul. Han de ser las hormonas, y mañana que es jueves-sin-tiempo se alejará, y se quedará quieta.
Publicado por Erika Mergruen en 2:37:00 a. m. 0 comentarios
miércoles, mayo 14, 2003
Ni hablar, en asuntos de demonología nada es definitivo. Demonios hay de todos colores y sabores; desde el verde Luzbel (según el medioevo) hasta los lúdicos chamucos de los cuentos. Así como maese Poe (reverencia) tiene su demonio de la perversidad, aquí, en esta H. ciudad, deambula el demonio de lo abrupto (demonio cuasi desconocido encargado de poseer a los microbuses). No sirve ser escéptico: micro baja por la avenida, subimos. Viaja a 10 por hora, dizque cazando pasaje, cuando abruptamente se detiene para hacer rodar a las víctimas que lleva en la barriga. Arranca, micro sigue a 10 por hora, sin aviso otro micro se acerca por la retaguardia. Abruptamente acelera, 120 por hora, rebasa, esquiva, pita, y los pasajeros se persignan. Y abruptamente hace parada en doble fila, como abruptamente le vale un comino si detiene la circulación, y sonríe ante sus sillones mugrosos y destripados que abruptos escupen hule espuma. (Esto se repite muchas veces) Y sí, se le cierra a la camioneta roja quien abruptamente le mienta la madre (nótese que la posesión es contagiosa). En fin, buscaré en mis libros algún spell de exorcismo. (El arroz está listo y el pescadito hace sshhhhh. A comer.)
PD: Agradecemos a la ruta 57 la posibilidad de este post.
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martes, mayo 13, 2003
Her lips were red, her looks were free,
Her locks were yellow as gold:
Her skin was as white as leprosy,
The Night-mare Life-in-Death was she,
Who thicks man´s blood with cold.
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Hay dos clases de libro: el libro-víscera y el libro-piel. El libro-víscera es aquel que contiene palabras inauditas agrupadas en una gran obra (novela, cuentos, poesía...) y no importa su apariencia; puede ser un sencillo libro de bolsillo, un engargolado de alguna obra incunable o un libro sucio y viejo que sabemos es imposible encontrar en una librería de nuevo. Y está el libro-piel cuya belleza se encuentra en el papel, la tipografía, el encuadernado con tela, las guardas de papeles texturizados y la camisa que lo arropa, sin importar qué contenga.
A veces llega a nuestras manos un libro-víscera-piel. Perfección. Ya tenía La rima del anciano marinero (by Coleridge) en español, una impresión láser en inglés, los grabados de Doré en otro libraco y todo estaba bien, hasta que llegó este: edición bilingüe, a dos tintas, grabados en duotono (negro y azul profundo), encuadernado en pasta dura (con tela azul cobalto) y camisa con plastificado mate (que no el brillante que a todos gusta). Es her-mo-so. El plus=fue el regalo de un amigo. Insisto. Gracias martes 13 (recuerden ofrendar pimientos, flores amarillas y prender velas, esos días son como dioses griegos, harto vengativos).
Publicado por Erika Mergruen en 5:18:00 p. m. 0 comentarios
Gracias martes 13. Sí entregué mis planas; los pupilos sonrieron con el ejercicio, es algo así como jugar al mago de Terramar por un día: nombrar, crear. Mis pupilos son más grandes que yo, a veces no logro amarrarlos, son prendidos y platicadores como pocos. Rara vez uno encuentra un grupo cool, este es la ampliación de un taller ya dado (y quiero imaginar que algo sale bien si gritan: encore, encore). Tengo sueño. zzz
Publicado por Erika Mergruen en 5:09:00 p. m. 0 comentarios
Aghhh. He sido castigada por los hados del domingo (no maldigan los domingos, never). Son las 2 de la madrugada; mi patética impresora se calienta cada 20 páginas así que vengo a bloguilandia en lo que se enfría. Toda la culpa la tiene el huevo-con-tocino que me despertó el domingo a las 8 de la mañana. Sacrilegio. Mi estómago se despierta pasadas las nueve; la nausea no es un buen reloj despertador. Pero las visitas no lo saben; tampoco saben que vivo de noche y que las mañanas (sobretodo las del domingo) son para dor-mir no para freír huevo-con-tocino. (impresora dice hola). Mañana hay taller. Corrección, hoy, hoy martes. Haré que mis pupilos inventen un ser fantástico (aunque temo que alguien describa al horrible huevo-con-tocino que acecha al amanecer). (Impresora dice apúrate). Tan-tán.
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domingo, mayo 11, 2003
Otro amiguito del Metro
Aún irradia una luz azul indescriptible, aunque lentamente se desvanece. Nada comparado con el brillo enceguecedor que llamó la atención de los transeuntes cuando aterrizó. En el omóplato izquierdo tiene una herida supurante, la carne desgarrada y la sangre le llega hasta la nalga. El ala sobreviviente está semiextendida, rota y sucia de grasa.
Los niños de la calle Madero se sorprendieron al verlo: mira, mira un monstruo con alas. La jauría se unió, juntaron palos de escoba, piedras, latas de soda y cualquier proyectil que aguardara en la basura. Él hubiera podido volar, huir; mas el primer niño que arrojó un objeto le dio en plena frente. Cayó, y todos vomitaron su odio sobre aquellas alas. Monstruo, monstruo, maten al monstruo.
Entra al vagón. Se hace ovillo sobre el asiento. Se refugia en llanto silencioso. Sobre la calle Madero una jauría de niños blanden un ala; las plumas blancas se desprenden y caen sobre la acera húmeda. Ahí viaja la inocencia, quieta, aterida.
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sábado, mayo 10, 2003
Ya son muchos años de hijos (uno que tenía prisa, celeridad que le llaman) que cuesta recordar cómo era aquello de no-hijos. El 95% de mis amigos y/o conocidos no tienen, a ratos es dificil cuadrar tiempo, vibras e intereses entre mundos paralelos. Tengo una natural tendencia a clasificar todo como bueno o malo, blanco o negro, es o no es. A veces uno aprende otras cosas: hace varios años tuvimos una paloma maltrecha de refugiada (odio las palomas); bastaba verla para tener la certeza de que moriría. Así fue. Mi hijo, pequeñito y siempre azul, lloraba desconsolado. Mi hija, sólo pequeña, se acercó y con naturalidad le dijo “no estés triste, sólo está un poco muerta” (citado textual en uno de mis bastardillos poemas). El niño encontró consuelo. Más tarde le pregunté a mi hija qué diablos era eso de un poco muerta; me miró con extrañeza (en teoría los adultos sabemos todo). Respuesta: está poco muerta porque parece que está dormida, cuando se pudra estará casi muerta, y cuando sea huesos ya estará muerta. (No sé de dónde sacan esas ideas).
Con una anécdota trato de mostrar qué es esto de Mamá: un territorio donde las cosas se transforman, se alargan y son siempre maleables. Sustancias químicas que acentúan los sabores, aun los que nos desagradan o a los que tememos. Un espejo capaz de mostrar lo olvidado. El umbral que traspasamos para dar media vuelta y descubrir que la puerta ha desaparecido. Una opción (que no un deber ser) donde nuestra aprehensión canjea el blanco-negro y da cobijo a la infinita escala de grises.
Seamos festivos: felicidades. Mi misma, me felicito.
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viernes, mayo 09, 2003
Regresé pasada la medianoche, sin zapato y sin calabaza. Un día extraño. Afuera, la actividad; adentro el desconcierto. Más allá de cadencia, ritmo, prosa impecable, interesante punto de vista, etc., esta novela me hizo girar alrededor de lo que significa la raíz, el origen y la posibilidad de perder las cosas más nimias para volverlas objetos incunables. Imaginaba a los errantes como pequeñas matas sin raíz, con pequeñas patitas, corriendo por los caminos polvosos, con el mismo movimiento de una araña de mar perdida en la arena (quienes las hayan visto comprenderán); las de movimiento torpe, de muñeca de trapo, del breve temor de aquél que se descubre fuera de su elemento. Y algo hay de esas plantas andarinas en esta casa, en su pasado y en un presente de ciegos. Las cosas son, qué se le hace.
Y luego recibo un mail de alguien que busca a su familia, SU familia perdida. El remitente tiene mi apellido, vive en una ciudad lejana y un dato único que despeja la interrogante. Me encontró (a mi mail, mejor dicho) en un sitio de esta infinita red. Creo que alguien se harto del olvido, de ese olvido que es tan nuestro y que para los ya muertos fue tan sanador. Sincronía, coincidencia, anécdota, llamemósle como mejor convenga. Esta noche y sus fantasmas son azules. Sea.
Publicado por Erika Mergruen en 1:59:00 a. m. 0 comentarios
Probadita de Velódromo de Invierno, Juana Salabert (cuatro estrellas, alguien más lo leerá):
“Aguantaba cuanto le era posible, pero al cabo de un rato el miedo la doblegaba y se lanzaba a oscuras, pasillo adelante,y casi nunca llegaba a tropezar con las estanterías, porque de repente prorrumpía en chillidos y se hacía la luz por encima de su cabeza que ascendía muy deprisa hacia el techo, y era que papá la había tomado en sus brazos, y la alzaba en vilo con esa medio sonrisa burlona paralizadora de los monstruos que habitaban en los relojes del vestíbulo y en el carrillón de una torre cercana, junto a los grajos y a las cigüeñas del buen tiempo.”
Publicado por Erika Mergruen en 1:44:00 a. m. 0 comentarios
jueves, mayo 08, 2003
Los jueves son vertiginosos. Logré leer las últimas 10 páginas del libro (ya traeré algo by night) en lo que me atendían el seso. Aguardo que la bolognesa esté lista, los tallarines brincotean en el agua. En sus marcas, listos, fueraaaaa...
Publicado por Erika Mergruen en 1:00:00 p. m. 0 comentarios
miércoles, mayo 07, 2003
Cansada de (traducción: hasta la mother): calor resbalando, polvo en las tacitas chinas, pila de platos en el fregadero, puntos y comas, planas ajenas, fotos ajenas, ring-ring-ringgggggggggg teléfono, se acerca la media noche, mañana jueves de taller nocturno, mañana jueves de psicoloca, no terminar el Velódromo... mejor me fumo un cigarro... PD: la neurosis es color mostaza.
Publicado por Erika Mergruen en 11:25:00 p. m. 0 comentarios
Dependo de un pequeño monstruo cuadrado de ojos rojos, tiene cola negra, y con la punta de la cola bebe electricidad. Mi maldito despertador; si no gruñe no despierto, si no parpadea no sé en qué día estoy. Hoy el monstruo pérfido no sonó (aunque creo que alguién lo apagó entre sueños); me quedé perdida en mis laberintos. Para cuando mis párpados se abrieron la hora de entrada a la escuela era leyenda: la escuela de mi hijo. Me disculpé con él por mi falta de adicción al deber, él con una espléndida sonrisa me dijo: no importa. Me acaba de confesar que él sí se despertó, pero como me vió tan dormidita no quiso despertarme, ajá. Yo me como mi culpa mientras él construye Leggo en la alfombra. El monstruo de ojos rojos guiña un minuto, el muy cínico.
Publicado por Erika Mergruen en 11:56:00 a. m. 0 comentarios
martes, mayo 06, 2003
[...]
Pero pantano
que significa suave,
lluvia que cae sin viento,
pupila de ámbar.
[...]
Seamus Heaney
Publicado por Erika Mergruen en 6:41:00 p. m. 0 comentarios
El pueblo pesquero aún. —Venga, niña, a ver lo que El Capi trae en la lancha—.
Inmenso, inmensamente azul, con el vientre hinchado y la boca escondida, tan pequeña como un ojal. El frío del mar y de la muerte en su piel lija, los ojos parecidos a los de un gato. Es un tiburón martillo. No niña, es una cornuda. Martillo, cornuda, es lo mismo. Pero fíjese, que ya traen el cuchillo.
El vientre se abrió, inaudito, rojo, húmedo y palpitante. De su interior salían pequeñas cornudas. Están vivas. Azoro. Pero no se quede ahí, atrápelas, debemos arrojarlas al mar que sólo así estará contento...
Publicado por Erika Mergruen en 6:39:00 p. m. 0 comentarios
lunes, mayo 05, 2003
Ayer soñé con un lugar al que no he regresado, un pueblo pesquero que guardaba a los más extraños personajes que se internaban en un mar azulísimo para arrojar sobre la arena a los seres más fantásticos que recuerde. Universo de jejenes, de ostras pequeñas, de horizonte que se perdía en lo que los ancestros llamaban abismo. Y no he regresado, al lugar que fue casa e infierno, a la arena caliente que quema entre los dedos, a la nana del mar cuyo hechizo no permite insomnios... Aquí brilla un mar metálico, polvoso, con la firmeza propia del concreto.
Publicado por Erika Mergruen en 12:55:00 p. m. 0 comentarios
[...] Pero a veces renegamos de la ciudad porque otros nombres nos inquietan, porque una fotografía o el cartel de una agencia de viajes o una sola palabra, Praga, Nueva York, Estambul, nos avisa que el mundo no se termina en el límite de nuestra mirada, y que acaso esa costumbre que llamamos lealtad no sea sino el indicio de una resignación más sombría que el fracaso[...]
Antonio Muñoz Molina (Diario del Nautilius)
Publicado por Erika Mergruen en 12:48:00 p. m. 0 comentarios
domingo, mayo 04, 2003
Domingo día laboral. Enfin. Pero jugué con el vestido del blog. (ahuizotl, dios del agua, no me ahogues este lugar. Repetir tres veces. Harto milagroso).
Publicado por Erika Mergruen en 10:51:00 p. m. 0 comentarios
Pues murci 3 llegó, pero disfrazado de insomnio (creo que este problemita ya está para pensarse). Sólo que esta vez, en lugar de contar reflejos en el techo trabajé, leí parte de Velódromo de Invierno y me seguí jugueteando con un programita pa mejorar este lugar (si sobra tiempo, o regresa el murci, cambio el vestido).
Me voy a imprimir unos pósters, a clausurar el asunto ese de las mujeres y a divagar sobre el tema del taller de los martes.
Publicado por Erika Mergruen en 11:23:00 a. m. 0 comentarios
sábado, mayo 03, 2003
El calor provoca pensar en murciélagos. Chauve-souris, en fránces, traducido literalmente: ratón calvo. Estos animalillos-radar-ambulante suelen asociarse con castillos tenebrosos, noches espectrales de invierno y la heladez de los no-muertos. Error. Los murciélagos llegan con el calor, evocan calor, escupen calor (¿ven? por eso son calvos, pa no acalorarse).
El primer murci que me atacó fue uno inmenso, de pecho amarillo, en un portal de Chetumal. Dios, ESO era calor, así que tomábamos el fresco (¿cuál?) en el portal de la casa; y llegaban en parvadas (parvadas ¿no? vuelan como pajarracos) y gustaban de volar directo a nuestras narices para en el último momento subir a la luna (ok. atacar fue un eufemismo). Segundo murci: en una noche como ésta, donde todo se fríe y el único consuelo es meterse a la nevera, un murci breve y negro entró revoloteando, tan campante, al comedor, dio un par de vueltas (gritos histéricos) y se marchó. Sí, en la ciudad de México hay murcis, sólo que los chilangos pocas veces volteamos a ver el cielo nocturno pues las estrellas aquí son leyenda.
Ni modo, hoy no cierro la ventana. A lo mejor viene el tercer murci. Y le regalaré una peluca hecha con tiritas de papel. Sea.
Publicado por Erika Mergruen en 10:31:00 p. m. 0 comentarios
viernes, mayo 02, 2003
Y:
Agregué algunos links a la lista, de por sí este bloguniverso es un laberinto y en verdad algunos sitios son muy visitables (linkeados los encuentro rápido). Uf, no llega la cena...
Publicado por Erika Mergruen en 10:03:00 p. m. 0 comentarios
Hoy el reloj no guardaba segundos, sino cuartillas. Tal vez les dé igual saber qué diablos corrijo, tal vez viven de curiosidad; de las cuartillas, que poco a poco se esfuman sobre la mesa, les dejaré un trocito, una cita textual:
“Cuando realizan esos nombramientos, con la novedad que yo era la presidenta, qué bárbaro; los hombres se fueron a las cantinas, se fueron a muchos lugares de decepción de que las mujeres ganaron con su candidata”.
Los “lugares de decepción”, cantinas y burdeles, donde los hombres se van a curar el dolor; los ensayos que me traen de cabeza pertenecen a un congreso realizado entorno a la participación de las mujeres indígenas y/o rurales en la política de México. Los datos y las cifras si veo otro símbolito de porcentaje me saco los ojos), las anécdotas y los nombres sin rostro, resumen una actividad apenas incipiente y cuya finalidad no es sólo el democratizar este lugar. No. Sino el de tener agrupaciones capaces de dar solución, y prioridad, a problemáticas de género: Violencia intrafamiliar y Violencia contra mujeres. Me preguntaba cuáles eran los lugares de decepción de las mujeres.
Una de las raíces de ciertas actitudes, y la escencia de muchas consecuencias, es el miedo. Sólo quien ha sentido miedo, miedo verdadero, habrá visto la forma de un monstruo sigiloso (parecido a un pulpo) que abraza a la víctima y la sofoca lentamente hasta borrarla de cuajo. Al leer sobre factores socioeconómicos, culturales y educativos (aunque abismales) se antoja una solución viable. Pero al leer “miedo” cuesta imaginar la fórmula alquímica capaz de diluir algo tan primigenio.
Y de ahí, de nuestra vulnerabilidad, vendrá la fascinación que sentimos por él; fascinación que nos incita a buscar autores terroríficos, películas inquietantes, museos de cera, y todo aquello que provoque miedo. Será que el fin último, de verlo y sentirlo una y otra vez, es el de descubrir su oscuro mecanismo y dominarlo, someterlo como el héroe ancestral pisa la cabeza del dragón.
Publicado por Erika Mergruen en 9:39:00 p. m. 0 comentarios
jueves, mayo 01, 2003
Brindis
Levanto este hilo de agua.
A vuestra salud.
Levanto esta escama de pescado
Y bebo su lágrima.
Marin Sorescu
Publicado por Erika Mergruen en 11:42:00 p. m. 0 comentarios
Calor. Calle. Ensalada. Cuarto blanco. Algunos días ofrecen el breve lapso para salir del camino. Detener la carrera, lo importante, lo urgente; entonces podemos percibir las pequeñas cosas, el reflejo en otros ojos y las voces que aguardan escondidas.
Recuento. Qué palabras no se pronuncian, qué sabores serán recordados, quién nos guardará en la memoria. Y la incertidumbre nos acobarda, nos convierte en piedras de silencio.
Hay que poseer esos territorios donde todo se detiene, para asombrarnos, nuevamente, con el movimiento.
Publicado por Erika Mergruen en 11:21:00 p. m. 0 comentarios
tic-tac-tic-tac que ya me tengo que meter a bañar, que tengo que ir a contar banquetas, a escupir en una alcantarilla, a fumar en la mesa de un café, regresar y no tender la cama y sentarme a la mesa donde esperan las cuartillas (todo sobre violencia y mujer), y distraerme con cualquier cosa y pensar que el resumen de los días es una secuencia de folios donde nadie ha visto el índice. tic-tac-tic-tac me voy a bañar.
Publicado por Erika Mergruen en 12:52:00 p. m. 0 comentarios