miércoles, mayo 21, 2003

¡Crack! Así truenan los ejotes. Eso soy, un ejote anímico. Aunque uno duerma y tome cafeaspirinas el ánimo se diluye; se vuelve más suceptible, más observador (o acaso intuitivo). Y en su patética retroalimentación (destructiva, por cierto) se aferra a observar esas muecas que todos tenemos “entre líneas”; todos tenemos nuestro gesto de mezquindad, de egoismo, de pobreza. Y uno no puede andar por ahí descubriendo ese lado enjuto de la gente ¿para qué? Ni siquiera sirve de alerta, al final terminamos cayendo como esos insectillos atraidos por la luz fluorescente, bshhhhh (quemados pero necesariamente necios).

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