sábado, mayo 17, 2003

Y vine. Tal vez despegarse del monitor, después de estar todo el día armando paginitas, es difícil; o tal vez alguna extremidad innombrable ha conectado mi omóplato con el mouse. Leí una noticia, un nombre titiló en la memoria: Casa de la Cultura España (Casablanca). Nunca he estado ahí, nunca en carne y hueso, pero sí en las letras de EL narrador Muñoz Molina. En su libro Sefarad (entrañable) hay un pasaje sobre este sitio, sobre un personaje, un nombre que se queda en la memoria. Hoy vuelvo a encontrarlo, en una noticia: dicen que fue dinamitado por anónimos terroristas (¿todos lo son?). No sé que paredes han caído, qué ojos no verán más por la ventana, no sé.
La literatura es una caja donde, a veces, se esconden los universos que otros intentan extinguir. ¡Salve, Muñoz Molina!

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