jueves, julio 24, 2003



El corazón

Sístole, en la oscuridad
los sonidos rezagados son tremor de venas.

El latido incauto escurre
cuando la voz —del que no te pertenece—
calla. Se esconde en el aroma
de las manos pequeñas, late azucarado,
y se sueña volcánico en un territorio
de arterias dispuestas
a la imposibilidad del ritmo.

Los rojos se corrompen, el latido
es sordo en el cauce espeso.

Cuando seas corazón cansado,
coagulo silente,
dibuja el rostro de los muertos
en la grieta de la luna.

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