viernes, julio 18, 2003

Fijaciones. Es espeluznante salir a la calle, estar trasnochado y arrojar las retinas a un sol blanco. Repartimos papelitos aquí y allá. Dormiré un rato.
Y tal vez sueñe con la ausencia del caos de la tierra en las calles; el cemento es tan propio, intransigente y adecuado. Tiene algo de predecible, y pareciera que las aceras marginan nuestro andar y dirigen nuestra vista hasta dejarla gris-estéril. No así la tierra, los montículos, o una mínima piedra. Estos esconden formas e invocaciones, una mitología subterránea que dejamos pasar.
Será que al sentirnos desorientados buscamos el elemento que se antoja el más firme para edificar los recintos del ensueño, con el deseo de que no habrá ningún colapso.
Mas sólo descubrimos tierras yertas. Queda esperar que un agua imaginaria defina los estratos, barra sedimentos y renueve el letargo del horizonte. Toda lluvia tiene un rostro conocido.

No hay comentarios: