Toma años aprender a callarse la boca y pedir membresía a la comunidad del silencio perpetuo; y en breves minutos abrimos la puerta y salen a pasear las vísceras. Uno posee una vocecita: cállate, cállate, cállate. Imbécil vocecita, seguro se quedó crudísima, y apenas hoy regresó: Too late, ya hablé, hablé, hablé. Ahora a joderse con las consecuencias. Y otra vez me duele el esternón. Me voy a preparar mis utensilios mágicos (pero antes, cool, a comer con Libia-amiga). (Y como diría mi tío Anselmo, arrepentirse es pa pendejos).
lunes, julio 14, 2003
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