Junto a los signos
pisoteados, en
la carpa encerada de piel verbal, en la salida
del tiempo,
gimiendo agudamente
sin hacer ruido
—tú, aire regio, a la
cruz de la peste clavado, ahora
es cuando floreces—,
de ojos como poros,
cubierto de escamas de dolor, y te
conviertes en caballo.
PAUL CELAN
miércoles, julio 09, 2003
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