miércoles, diciembre 31, 2003


Escher


¡El año ha muerto, viva el año!
Queda aplicarse con las cazuelas, poner un par de velas coloridas y aromáticas, alejarse poco a poco de las fiestas y regresar al enero-real. Definitivamente diciembre es un mes algo aciago, como aquellos aciagos días en la gran Tenoch, donde nadie sabía si el sol seguiría su curso o se detendría para siempre en el horizonte. Enero es el sol recorriendo la bóveda, la actividad regresa a su rutina y aunque todo es incierto siempre llegamos con ese espíritu renovado del fuego nuevo.
Que todos sigamos en este 2004 que asoma.

nota: y para iniciar el año, Village-Photos ha suspendido su free host; el regreso de la gráfica en el aljibe es obra de Yahoo...

martes, diciembre 30, 2003

Me vibra este final de año: llueve, no chispea, LLUEVE. El pseudoclima de esta ciudad es irreverente; teóricamente la lluvia se fue hace tiempo para dejar su sitio al invierno reseco. Las urbes desconocen las teorías.
Aquí en la colina todo el polvo se esta yendo por las coladeras, y está esa luz cobriza reesbalando por los muros. Mis cubetas son invocadoras.
El pequeño ahuizotl se apiadó de nuestros pergamínicos espíritus y nos mandó una nube desde esos territorios acuáticos que sólo él conoce, ahí donde el canto de los ahogados es nana eterna.

lunes, diciembre 29, 2003

Así como la organización del tiempo da cierto orden a los días, los rituales elevan el significado de lo que nos rodea. Resultan evidentes en los ámbitos religiosos, políticos y en todos aquellos respaldados por una institución. Pero quedan los rituales cotidianos, los que parecen tan nimios, incrustados en las tradiciones familiares o en los pensamientos más íntimos de cada quien.
En esta casa existen rituales. Antes de año nuevo se sacan cubetas, trapos y sustancias harto aromáticas para intentar sacar brillo a toda aquella superficie que se deje; en este ritual no hay seguidores (sólo yo). Sin embargo los no iniciados pueden disfrutar la cena de fin de año entre destellos y expresiones de ¡huele a limpio!
Será el vano intento de limpiar lo pasado, de pretender días venideros inmaculados; o será la certeza de que nuestro intento es sólo abalorio respalandeciente de imposibilidad.
Limpiemos.

sábado, diciembre 27, 2003

Y como Papá Nöel sí vino fui por mi antología de Gottfriend Benn, y fue el día más pertinente pues a lado del libro de Cátedra estaba Postludio, otro poemario, otra editorial. Una voz más. Todas estas voces son furtivas; asoman, se esconden, y por fin llegan en momentos inesperados para sonorizar nuestros días.

Sólo cuando

No el paisaje de olivos,
no el Mar Tirreno
es el gran encuentro:
las ciudades blancas, vacías,
las cosas, almacenadas bajo
mudas bóvedas de sustancias hechas
y no hay sombras que enmascaren
el brillo inerte.

Vacía, la cuba de vino,
perpleja en sus destellos
nada ofrece de lejanía,
nada de impulso destructor,
y no ayuda a expandir
lo que en el cerebro dormitaba:
da cosas sureñas
pero no el motivo del sur.

Un patio de restos polares,
épocas glaciales, muro de témpanos
incluso alrededor de la Villa d'Este
y envuelta en su fuego de retamas,
sólo cuando la herida de la creación
se haya abierto, callada,
llegará desde el linde de la ciudad blanca
la hora de la emanación.

Gottfried Benn (Trad. Arturo Parada)

viernes, diciembre 26, 2003

No sé de quién fue la idea original: un posteo en eco para desear, hasta el Sur, feliz cumpleaños:


Los monigotes de Dalusk


Y mientras los sureños tienen un día extra para festejar yo bajaré de la colina para ver a esos amigos que sólo las vacaciones permiten; a pagar servicios, los regalos para los hijos (algo de estabilidad para recibir el año nuevo)...

pd: Papá Noél SÍ vino, el mismo que fuese Papá Nöel en mi infancia: mi santo padre, ja.

miércoles, diciembre 24, 2003

Un café, un cigarro y un rato para sentarse. Que afán de hacer cenas desmenuzadas y espulgadas, horas para desmenuzar pescado-seco y horas para espulgar hierbitas (móndrigos romeritos). Pero ya están todos los ingredientes listos para ser ensamblados; a prender el fogón y dejar que la casa (auténtica nevera) se inunde de cuanto aroma.
No creo en ningún mesías ya venido, ni en ninguno por venir; aunque lo que el concepto representa, esperanza, no es nada despreciable. Los asideros son vitales para andar por ahí. Postal de Edward Gorey para los aljibeños:


¡Gastronómica Nochebuena
y dulce despertar en Navidad!

martes, diciembre 23, 2003

Me parece que ya no bajaré de la colina. Ya tengo todos los ingredientes de la cena, el bacalao en remojo y una dotación de grillos y gusanitos-feos para el geco. La ciudad está revoltosa, seca y polvorienta.
Recibí llamada de los hijos desde el cálido Veracruz y ahora una llamada de nuestros amigos que emigraron a España; en el e-mail hay postales virtuales en tropel: estas voces se agradecen pues gracias a ellas uno se pone festivo, a pesar de esos lugares que este año no pondremos en la mesa.
Me voy por unas hogazas, no pretendo enfrentar el gentío mañana; esas hogazas duran días con una frescura inusual...

lunes, diciembre 22, 2003


Judson Huss

Ya se me hizo tarde, ¿tarde para qué? Ni hablar, es difícil bajarse del ajetreo cotidiano: no clientes, no hijos, no teléfono, no estufa, no calle. El tiempo es mío aunque sospecho que es más fácil que el tiempo nos posea. Vamos por los días con un guión, seguimos las acotaciones, la voz en off, los flashbacks; y cuando nos piden improvisar, sacamos nuestro guión para emergencias.
Se me ha ido este trozo de día en improvisar, así, llanamente, sin deberes ni quehaceres, sin ver el reloj.
Pero ya lo vi al encender el monitor: ya se me hizo tarde, y yo de inútil.
Creo que a ratos es UTIL dejarse estar, así, llanamente, es-tar.

domingo, diciembre 21, 2003

Complejo de faro, eso tengo hoy. Así han de sentir los faros, no lo sé con certeza porque nunca les he preguntado. Ahí están, muy paraditos, hasta que su tiempo acaba y terminan rodando fragmentados, piedras ahí, piedras allá, y con suerte, se puede tener una leyenda, como aquél faro de Alejandría.
Allí está el faro recibiendo y despidiendo, como un gran cíclope, con su único-ojo-luminaria: los barcos parten, los barcos arriban, saltan ansiosos entre olas nocturnas buscando la costa. Y ahí está el faro, guiñando su único-ojo-luminaria --ven, ven; adiós, adiós--, observando el horizonte infinito, el horizonte a donde nunca irá; sólo le resta imaginar mundos bermellones, cobaltos, frutas sin cáscara y otros faros, igualmente estáticos, pero con sus únicos-ojos-luminarias.
Nada, que toda la familia se ha ido de viaje y yo me quedo aquí, jugando al faro; el colmo, aquí no hay albatros, sólo un gorrión dando ridículos saltitos.

viernes, diciembre 19, 2003

Hoy, al finalizar el ocaso, inicia Hanukah, el festival de las luces. Cuenta la leyenda que los macabeos, tras algunas batallas, recuperaron el templo de Jerusalem de manos paganas (griegas). Encendieron la llama eterna para percaterse que sólo poseían el aceite de una pequeña lámpara. Milagrosamente, el aceite, iluminó el templo durante 8 días. Hanukah dura 8 días, 8 velas:



No importa de que templo provenga la luz, la luz es deseable para todos. Tuve el privilegio de crecer en una casa con luces compartidas (judías-cristianas); ese privilegio me alejó de cualquier templo. He escuchado a judíos maldecir gentiles (no judíos), a gentiles maldecir judíos. Yo maldigo al que maldice movido por su ignorancia, mezquindad, intolerancia y sobretodo por su estupidez. La luz es una y basta buscarla para encontrar sus destellos. Feliz Hanukah, sea.

jueves, diciembre 18, 2003

Por ahí hay una pila de libros, cada uno con un separador, y cada separador en una página diferente. Llevo dos semanas sin tocarlos. No es por falta de tiempo (esa excusa siempre esconde otros monstruos); fue hartazgo. Leo este poema de Gottfried Benn (que según dicen ya está en Cátedra):

Hermosa juventud

La boca de una niña que había estado mucho tiempo entre los juncos
parecía tan carcomida.
Cuando le quebraron el pecho, el esófago estaba tan agujereado.
Por fin, en una pérgola bajo el diafragma
hallaron un nido de pequeñas ratas.
Una hermanita yacía muerta.
Las otras se alimentaban del hígado y del riñón,
bebían la sangre fría y pasaron aquí una hermosa juventud.
Y hermosa y rápida las sorprendió la muerte:
a todas las lanzaron al agua.
¡Ay, cómo chillaban los pequeños hocicos!


y sé que deseo el libro, y sé que no lo busco pues si lo encontrara no podría comprarlo; como tampoco puedo comprar mis palabras y ante la imposibilidad armo pilas de libros que esperan regrese de mi escondite...

miércoles, diciembre 17, 2003

¡Oh, sí! siempre me quejo de no haber desayunado porque aquí nadie prepara el desayuno (léase nadie=yo). Puedo comer sola, cenar sola, pero el desayuno no es ermitaño. Si desayunara solita me quedaría dormida sobre el cereal, quemaría el pan o vería ojos en los chilaquiles. Por ello me limito a tomar café y algún yogurt-veloz. No así cuando el desayuno es en compañía. Hoy tocó descubrir, junto al tarot-master, que el restaurante oaxaqueño abre en las mañanas. El café junto a ciertos personajes es más aromático. Las vacaciones han llegado, la actividad se paraliza (la mía) y es hora de planear qué hacer con este cacho de diciembre (uf).
Para los cafeteros de corazón existe este sitio donde un tal Todd Zapoli colorea objetos inanimados:



martes, diciembre 16, 2003


Nancy Ekholm Burkert


Al ver la ilustración supe que James and de Giant Peach es un cuento y no sólo esa peli de animación inaudita que vi en la tele. Quiero el libro, con ese cuento, aunque el ilustrador sea otro. El personaje de la lombriz, el más rosado y escurridizo, es mi favorito.
Aquí en el frutero no hay duraznos, sólo un par de mandarinas maltrechas: me iré en ella por las alcantarillas de la ciudad, con una solitaria de capitán y sin más bichos (todos perecerían con la toxicidad de las aguas negras, mmm, una cucaracha es la única opción). Quién quita y el drenaje nos lleva al mar...

lunes, diciembre 15, 2003

Y Dios dijo: hágase la palabra.
Y ahí voy yo, siempre devota:

El cirujano

Bastó con el primer golpe. Por suerte era un cuchillo aserrado. No había imaginado que el esternón pudiera ser tan resistente. Cómo iba a saberlo si los únicos esternones que hasta ese momento había fracturado eran los de aquellos pollos a la leña que su madre compraba todos los domingos.
Se sintió agradecido con su pulso, su tino y con el hecho de que la tipa sentada en la otra ventanilla no volteara a curiosear. Suponía que ser testigo de una disección no resultaría grato para nadie, y menos si el tórax en cuestión era el del propio cirujano.
Hundió la mano, tanteó. Todos aquellos fragmentos podrían haberse quedado en la oscuridad perpetua de no haber sido por aquél que tenía incrustado en un pulmón. Era apenas una astilla. Y de una vez aprovechó la cirugía, y el tiempo del recorrido, para sacar cada uno de los fragmentos de su corazón.
Armó el rompecabezas. Lo imaginó rojizo, caliente, latiendo enloquecido. Pero era inútil. Arrojó, por la ventanilla entreabierta, uno a uno los trocitos secos. Limpió la cavidad, ahora vacía, con su pañuelo. Una sanadora amnesia le hormigueaba por todo el cuerpo. Tomó la aguja con sutura y comenzó a remendar la herida.


Y entonces dijo: Hágase la imagen. (Dándole en la madre a mis palabras):


David Mckean


Desde entonces soy atea. (Y los letrados me lapidan con jitomates. Sea.).

domingo, diciembre 14, 2003

Dice el refrán: En el pecado lleva la penitencia.
Y el refrán resulta atroz de tan cierto.

Locutions des Pierrots, XVI
Jules Laforgue

Je ne suis qu'un viveur lunaire
Qui fait des ronds dans les bassins,
Et cela, sans autre dessein
Que devenir un légendaire.

Retroussant d'un air de défi
Mes manches de mandarin pâle,
J'arrondis ma bouche et j'exhale
Des conseils doux de Crucifix.

Ah ! oui, devenir légendaire,
Au seuil des siècles charlatans!
Mais où sont les Lunes d'antan?
Et que Dieu n'est-il à refaire?


***

No soy mas que un vividor lunar
Que hace ondas en los estanques
Y ello, sin otro designio
que volverse legendario.

Replegando con aire desafiante
Mis mangas de pálido mandarín,
Modulo la voz y exhalo
Dulces consejos de Crucifijo.

¡Ah! ¡Sí, volverse legendario,
En el umbral de los siglos charlatanes!
Pero ¿dónde están las Lunas de antaño?
¿Acaso Dios no puede ser re-creado?

viernes, diciembre 12, 2003


Un anónimo del s.XVIII. La iconografía de los santos y vírgenes puede ser sublime, más allá de las creencias (y des-creencias, comme moi). La antiquísima maquinaria religiosa es un buen nicho para la creatividad (en el tono que sea). Para los ojitos guadalupanos.

El jueves estuvo sabrocito y tan festivo fue que a la medianoche cuetes y bengalas ornaron la colina; por aquí aún reciben el día de la Virgen de Guadalupe. Los tronidos ya no duran aquellas horas de insomnio asegurado; en teoría los cuetes están prohibidos. Hoy el día está seco y caluroso, sobre la ciudad flota una nube impía (partículas suspendidas y cuanta porquería imaginable), las detonaciones excesivas hubiesen empeorado el ambiente (ja, ya está desastroso).
Enfin, hoy tengo mi primera posada (obra de teatro incluida); pondré mi happy-face e intentaré cruzar palabras con los entes que asisten a la escuela de mi hijo (que necesita unos cascabeles).

jueves, diciembre 11, 2003

Cuando uno anda volátil (dícese del traer todas las ideas, todas las vísceras, todas las empatías y apatías flotando) no hay nada como volverse terreno. Los últimos dos días dedique tiempo a abonar las plantas, podar marañas indescifrables, limpiar ventanas --para que mis vecinos puedan espiar--; y dediqué otras horas al fogón: hoy hay muchos lugares en la mesa (o habrá, ahorita plancho el mantel-mancha-de-romeritos). Y vaya, esta ocasión el panqué (marmoleado) no hizo de las suyas: quedó inflado, doradito y espera en la mesa. Estos días me refugiaré en el horno, remedio infalible para amarillear los azules internos. Vienen los días del fruit-cake (ya sé a quién le toca el primero, ja).

miércoles, diciembre 10, 2003


Francis Bacon


Usted no pretenderá preparar un beef Stroganoff ya que el último Zar (sus huesos) aún anda resentido y guiará sus dulces sueños para que el apocalipsis ocurra en una calzada transitada (precisamente en la encrucijada) donde dos trailers inmensos (uno cargado de reses y el otro de arena) se estrellarán, retorcerán, volarán y sembrarán las calles con reses polvosamente muertas.
Usted no intentará guisar un beef Stroganoff pues al día siguiente, en su sueño, el sol hará lo suyo y entre tufos de cadáver surgirá un volcán que ahumará los vestigios de esa calle y algún dios espolvoreará anilina roja en el cielo para que usted descubra que la bóveda celeste es una gran pecera y sus días terminarán en un rojo despertar.

pd: me voy a cortar el filete...

martes, diciembre 09, 2003



Hace unas semanas Rod me pidió una selección (subjetivísima) de Magritte, versitos incluídos, para la galería de su nueva revista virtual, EL GUARDAGUJAS.. Él ha dedicado horas para compartir su placer por la literatura fantástica. ¿Qué gana? Lo que algunos ganamos al realizar ciertas actividades: ese algo que todavía no tiene nombre y que debe continuar.
Los virus me atacaron ayer, trepanan mi cabeza y escurren por mi nariz; ellos, tan cínicos, lo ven a uno vulnerable y emprenden su cruzada invernal... regreso a la camita.

lunes, diciembre 08, 2003

Ayer montamos nuestro escenario decembrino: un árbol. Hoy la casa amaneció témpano, pero con aroma a pino; el hijo dirigió la operación cuando regresó a casa (cuando algo lo emociona se vuelve narrador). Peleé con las luces, cada año hay que repararlas, con paciencia, amorosamente (al final basta sacudirlas con un ¡prende, jija! y obedientes, prenden).
Una de las series tiene casi mi edad; las típicas luces con forma de estrella. Las moradas que tornasoleaban me hipnotizaban, con su color impreciso, indescifrable; aún me hipnotizan aunque ahora lo indescifrable vive en otros territorios, lejos de esos trocitos dulces de infancia.

Nocturnos de la ventana (fragmento)
F. G. Lorca


Al estanque se le ha muerto
hoy una niña de agua.
Está fuera del estanque,
sobre el suelo amortajada.

De la cabeza a sus muslos
un pez la cruza, llamándola.
El viento le dice "niña",
mas no puede despertarla.

El estanque tiene suelta
su cabellera de algas
y al aire sus grises tetas
estremecidas de ranas.

Dios te salve. Rezaremos
a Nuestra Señora de Agua
por la niña del estanque
muerta bajo las manzanas.

Yo luego pondré a su lado
dos pequeñas calabazas
para que se tenga a flote,
¡ay!, sobre la mar salada.

domingo, diciembre 07, 2003

Colecciono cuadros virtuales de Beksinski que logran inundar mi monitor; sólo uno me ha parecido, realmente, terrorífico. Todos lo son, aunque el terror se queda en los trazos y no sale del cuadro (entonces soy espectador); este me provoca lo contrario, el terror sale de aquí dentro, inunda las cavidades y se esparce por las paredes del cuarto (aquí soy protagonista). Es una alegoría de todo aquello que no quiero ver, recordar, intuir, aceptar ni sentir. Este fin de semana es una mancha que se extiende:

viernes, diciembre 05, 2003

Ayer tuve mi primera pelea navideña aunque aquí, hace muchos años, las dichosas navidades son inexistentes (privilegios de una familia en extinción). Pero cuando de iconos se trata siempre estoy dispuesta a adoptar uno o dos como favoritos gráficos, sin importar el origen de la festividad. Siempre tendré arbolito natural, lleno de focos (será que dentro de mí sobrevive algún nativo de isla desierta embelesado por los abalorios).
De todos los iconos navideños me quedo con los hombrecitos de jengibre, no sólo por su sabor y las horas dilapidadas para decorarlos, sino por el cuento de aquella galleta que huía por los caminos, retando a cuanto personaje se le ponía enfrente:


Y allá iba, como alma que lleva el diablo, sintiéndose inmortal (si acaso podemos hablar de una mortalidad galletesca). A la diminuta galleta plena de arrogancia la conocí por primera vez en una edición que me regaló mi santo padre (ya perdida en tantos naufragios) donde el personaje olía, literalmente, a jengibre. Más tarde descubriría la misma historia en los cuentos rusos; sólo que en lugar de galleta, corría un bollo. Pero al final la bandera importaba poco, la zorra universal (cruenta y astuta) se lo comía de un bocado; merecido se lo tenía, galletita pasada de lanza.
Y claro, como en toda fábula tenemos la moraleja. Haciendo recuento de los años podremos vernos transformados en esa galleta, crujientísima, zozobrando en la saliva de los otros: galletas somos y por el camino andamos...

jueves, diciembre 04, 2003

Existe un territorio donde las miradas se transforman y por un momento vuelven a poseer el brillo que se llevó Infancia; las miradas escurren por las superficies, por los rostros y se detienen para memorizar los objetos amados.
En aquel territorio, las miradas son olfato, son gusto, son tacto; y niños nuevamente no reparan en tocar y comer e impregnarse con todos los aromas --los niños son coleccionistas natos--. Las miradas se toman de las manos porque es en las líneas de las manos donde se guardan los grandes secretos.
Y lejos de aquel territorio ellas se pierden en los días. Mas el azar las reúne, se reconocen, se miran cómplices. Y en el rabillo del ojo traen escrito el nombre de aquel territorio, te quieros empalagosos --para los niños solo delicia-- y la memoria de los rostros, de las superficies y de los objetos amados que nadie ha de poseer.

miércoles, diciembre 03, 2003

Ayer me fui toda la tarde a la calle, llevé al hijo a gastar su regalo de navidad que le dio su abuela: horas para bajar de la colina, horas para subir y en el inter entrábamos a las tiendas a ver y reir. Dedicamos gran parte del tiempo a ver reptiles, al final decidimos que utilizaríamos la pecera vacía para unos cangrejitos comunes (lo más adecuado para mi bolsillo, después de admirar las tortugas más hermosas que he visto, 2,300 pesos la pieza).
Desde el atardecer dediqué yemas al teclado: afinar un pequeño artículo, limpiar un par de archivos, elucubrar con ciertas sanguijuelas y apagar con gran aspaviento esta máquina gracias a un mago que no sabe qué hacer con los pollos rostizados.
Olvidé lavar la ropa, lavar los platos, hacer ciertas llamadas: mis olvidos, aparentemente nimios me quitan el sueño. Durante el insomnio meditaba que es difícil pensar en perversas sanguijuelas si dediqué la tarde al hijo; que los platos y trapear la cocina no tienen nada que ver con Walter Benjamin; y que debería diseñar un control remoto para cambiarme el canal cada vez que lo necesito.
Hoy, por la tarde, nos toca jugar con el tarot:



Esta Templanza es curiosa, tiene otro nombre, vierte colores en lugar de escanciar el agua, y vuela. Simbólicamente la templanza sueña fusionar agua y fuego, y este afán de imposibles resulta en la búsqueda constante del equilibrio. A esta Templanza de las hadas tal vez le sea más leve esta alquímica fusión. Me parece que esta imagen retrata el mundo de Nuberu (blog harto entrañable).

martes, diciembre 02, 2003

Será Hormonitas o será el sereno, pero llevo toda la mañana congelándome, mi termostato-interno no funciona, me duelen los oídos de frío, tuve semi-insomnio por frío y pareciera que mantas, colchitas, y todo-ente-abrigador en esta casa está descompuesto. Lo peor es que el frío me está escarchando las palabras y las ideas y los colores y los rostros que recuerdo; y me siento una mala imitación del capitán Scott tristemente perdido en la blancura (de los muros, que aquí nieve sólo tenemos de limón).

pd: hay que leer el texto-citadino (impecable) de Alberto

lunes, diciembre 01, 2003



Ahora que inicia diciembre, paradójicamente, inicia el final del año; más allá de las fiestas, la cotidianidad se resquebraja: vacaciones, trabajos acelerados o pospuestos, aguinaldos y ausencia de ellos. Es imposible ignorar las pautas artificiales del tiempo, el entorno se encarga de ello. Un cambio de colores disfraza el deseo de aligerar estas épocas decembrinas.
Y en el intento, rogaremos a las piedras. O nos ocuparemos de letras entrañables y ajenas:

TROPOS
Siempre es más tarde de lo que parece: el cosmos se apresura a terminar sus asuntos. Soy arcano sin número. Danzo en el vientre acuático del aire y mis manos se transforman en estrellas, en peces trágicos o en palomas picoteando la superficie de las apariencias. Si cierro los ojos soy un punto en el centro exacto del mapa. La esfera crece en todas direcciones y sus límites tocan otras esferas que no me atrevo a imaginar. Mi vida es un ancla y mi corazón un puño de tierra que me jala hacia la tierra. Por eso vuelo: recorro las situaciones y los días, conozco las escaleras y los atajos. En el agua, hay frente a mí una puerta de cielo invisible; en el cielo, hay frente a mí una puerta de agua donde la muerte es siempre un vuelo interrumpido, un acontecer de silencios y palabras deshojadas.
Ricardo Bernal

sábado, noviembre 29, 2003

El viernes me la pasé todo el día con rax, ¿de qué se habla todo un día? Depende: puede ser uno el escucha o el dictador de un monólogo; pero en este caso es un diálogo que fluye solo; y lo mejor, puedo hablar libremente y sorprenderme de que termine el día y tenga que correr por la hija y por unos grillos para el geco. Eso me pasa con pocas personas.
En cambio hoy me dediqué al cuasi silencio. Eso cansa. Ni hablar, le tengo verdadera fobia a que alguien me demande ser lo que no soy, sentir lo que no siento o dar la atención que no me nace dar.
Lo admito, mi afecto no es social-demócrata, ni soy perita en dulce, ni la madre Teresa: cuando reparto las rebanadas del pastel a unos les toca la cereza, a otros más merengue; unos comen pastel de ayer, otros bolillo duro (y los hay que mueren de innanición); unos son invitados, otros son de la casa (algunos se quedan para siempre, otros se mudan a otro vecindario).



jueves, noviembre 27, 2003


Remedios Varo


Qué la noche y sus pormenores. Para soñar basta entrelazar ciertos elementos del día, algunos párrafos de nuestras lecturas y las letras desempolvadas de Paint to Black; y por supuesto desvelarse y provocar la vigilia con el murmullo de la impresora de color.
Del salto al vacío, del suicidio, uno de tantos personajes regresó: sentado, en un cuarto gris, las manos sobre la mesa llena de manuscritos. Sé quién es, despierta leí un libro de él. Tome su rostro entre mis manos para verle la mirada: tenía todas las tristezas resumidas, toda la desesperanza, miraba a través de una gran grieta.
Y algo, o alguien susurraba unos versos:
Mi boca sabe a sombra,
mis manos son sombra que se extiende,
mis ojos velados por mi sombra;
en el fondo, la oscuridad es la luz del que se despide.

Y los sueños a veces regalan versos aunque despertemos con la zozobra de no haber dado consuelo al suicida, al autor de las Iluminaciones.

miércoles, noviembre 26, 2003

Alguien debería inventar un codificador para entender lo que se esconde entre líneas; además de integrarle un filtro para decir lo que se debe, lo que se quiere y cuándo el momento se presta para ello.
El reloj, el calendario y el termostato me están ganando la carrera. Toca tarde de impresiones, de jugueteos con una guarda francesa y concretar un golem muy rebelde-sin-causa.
Y uno extrañando cosas:

El diablo

En sus pupilas rielan los siglos
y lo venidero aguarda con gula de silencio.
Él parte, viajero sin osamenta.
No hay cerdos, ni cabras ni pezuñas,
la piel no sangra llamarada.
Tampoco verdea viscoso limo,
la ligereza del miedo no tiene color.

Sobre las ciudades
flores-enjambres de un azul indescriptible.
Abajo, la tierra, sol blanco de sequía.
Abismo,
alguien ha de guardar el secreto.

Él parte, murmullo de las huestes
que olvidaron las formas,
sabor a despeñadero,
arcángel de alas rotas.

martes, noviembre 25, 2003


Lourdes Zolezzi


Para este Día Internacional de la No-Violencia hacia las mujeres y las niñas (y OJO, yo agregaría niños) un cartel de Lourdes Zolezzi (buenísima diseñadora y grata compañía).
Qué dificil evitar sonar pasquinero o evitar frases anquilosadas en nuestra cultura: se deja porque quiere, ¿pues por qué no se sale de ahí?, ella se lo busco por andar enseñando... blablabla; podríamos escribir listas de estas frases que he oído mentar a hombres y mujeres. Pareciera que al enjuiciar olvidamos que el miedo tiene horizontes inconmensurables y la fragilidad es pavorosamente cierta.
En fin, hoy ando pseudo-idealista; basta observar nuestro pequeño núcleo para percatarse que todos (TODOS) alimentamos a los monstruos y que todos podemos transformar el entorno (aunque tarde siglos y siglos y siglos, qué lenta es la civilización).

lunes, noviembre 24, 2003

En los terrenos del Género, las mujeres indígenas poseen un nicho especial. He formado libros sobre el tema, los he leído, y he tenido oportunidad de conocer a ciertos personajes inmersos en el tema. Sin embargo, mientras limpio archivos, trato de definir en qué territorio he colocado a la mujer indígena: debo diseñar una colección. Los interiores no son problema, la tipografía es bondadosa; el problema radica en la portada: nada estrafalario ni tipo revista retro, ni fuegos pirotécnicos de diseñador egocéntrico. Necesito algo que acoja los ensayos, las estadísticas, los puntos de vista, la lucha velada y que NO remita a la artesanía (la asociación más gastada y a la que se oponen ciertos círculos).
Qué jodido percatarse que no sé nombrar a una mujer indígena. Qué jodido saberse tan distante y que mi lejanía es la de muchos.

domingo, noviembre 23, 2003



...Basilisa, La Hermosa, muñequita mágica bajo el regazo y con linterna modelo calavera 214 en alto, se acerca a la isba de Yaga (bruja de brujas)...
Estos cuentos rusos son únicos y sus ilustraciones son mosaico de toda una cultura; siempre espero toparme con más libros de estos en alguna librería de dueño; supongo que sus dueños los atesoran de la misma manera que yo lo hago. Son mis pedacitos más entrañables de la infancia. Basilisa tiene la culpa de muchas de mis adicciones (y mis fugas).
Ayer releí uno de los libros; hoy limpio archivos. Este cuarto quedó a la medida. No importa qué haga, no quiero salir de aquí (faltan detalles, necesito una planta y un minibar).
...¡Abejarucos, gorriones y palomas, acudid sin dilación, salvad a Basilisa de la perdición!... (muñequita dixit).

sábado, noviembre 22, 2003

Nombrar. A ratos creo que nombrar es invocar, creencia fantasiosa (acaso todas lo son) por donde circulan dragones, magos, o cualquier abalorio que se antoje guardián de ancestrales secretos.
El viernes estuvo sabroso, me parece que nuestra pequeña cofradía es de un armonioso mágico (o yo la vivo así). A cierta hora nombré a un personaje de mi núcleo familiar, uno que está perdido en extraños limbos. Hoy en la mañana tocaron la puerta, supuse que era Benjamín con las correcciones de la revista. No. Era el Invocado. Desayunamos, me platicó sobre una pulquería (El templo de Diana), sobre curiosas teorías del no-nacido (juar-juar) y de los rincones que visita en la ciudad (que toda ella es su casa, su guarida y su hogar).
Más tarde, la revista quedó lista entre la neurosis de meter las correcciones y la de vigilar las manitas del Invocado tan adictas a las cosas ajenas.
Todo esto sólo por la mañana.
Ahora a lavar y guardar los vestigios de los mundos compartidos.

viernes, noviembre 21, 2003

En el sagrado arte de la repostería cualquier error de cálculo resulta garrafal; es una alquimia de ingredientes y cualquier aprendiz puede desatar la furia del azúcar.
Nunca había horneado algo en la mañana, la cocina siempre aguarda por las tardes. Hoy que vienen comer los amigos me aventuré a cocinar todo el mismo día. Inicié con el panqué de plátano, receta de la casa. Y por primera vez en su platanesca historia he arruinado su apariencia: se rompió, una decena de trozos dorados yacen en el platón.
En definitiva, por las mañanas soy border; utilicé los moldes equivocados (los que uso para el fruit-cake). En otras épocas hubiese tirado todo (y presta iría a comprar un postre per-fec-to); ahora no, las presentaciones cuentan pero la esencia es primero.
Móndrigo san Plátano, dónde estás cuando te necesito:


(y san Plátano se limita a reir cínicamente)

miércoles, noviembre 19, 2003


Ex-libris de un doctor (impreso en un libro de medicina, por supuesto)

Ahora uso la impresora de color para las planas, la otra se quedó sin tonner por primera vez; y por primera vez descubrimos que ese modelo es carísimo y que sólo un proyecto regular podrá costearnos el remplazo. La de color es más lenta, así que no puedo usar la máquina mientras imprimo pero sí puedo leer libritos.
Ayer elegí releer Gaspar de la noche, la edición nueva (en estos libreros), con sus hermosos grabados. Y por releer Gaspar me gané el insomnio y un sueño barroquísimo gracias a su salamandra: nuestro geco se escapaba en una casa de tres patios, llena de herrumbre, balcones gastados, segundos pisos a punto del colapso, muros llenos de jaulas vetustas y vacías; y mi hija y yo buscábamos al móndrigo geco en cada grieta, en cada textura (sabíamos acerca de su camuflaje). La casa se volvía cada vez más sombría. Resultó que el geco poseía la esencia de las cosas y al estar perdido todas ellas se diluían.
Al final comenzó a nevar (todo estaba perdido); cada copo tenía la forma de una calavera, el sueño se tiñó de blanco.
Y aquí, en la realidad, se acabaron los grillos. Ojalá geco-salamandra no se enoje y nos borre a todos con su mirada de canicas.

martes, noviembre 18, 2003

Según datos anónimos, hoy es el cumple de Brayan (el de los masajes XXX) ¡Joyeux anniversaire, Brayan!

Pues no, creo que nunca había escuchado, leído o imaginado esa pregunta: ¿qué postre sería yo? (clama Sandrágoras en el tag).
Bajo la remota suposición de que mi caracter es dulcísimo, y de la certeza de que es inestable, la elección se bifurca:
1. En los días de acción, jocosidad, dudoso optimismo, creatividad desbordante (y sin dirección) elijo ser un flan de queso, empalagoso, perfectamente cubierto de caramelo ambarino (nunca oscuro, la azúcar quemada amarga, y el caramelo DEBE ser ambarino). Sencillo, brillante, y de fácil deglución.
2. Para los días en que las sombras caminan conmigo, donde el negro se acomoda y mi patetismo natural lo colorea todo la elección es Muerte por chocolate: un laborioso pastel que reúne 4 recetas en una, se necesitan casi dos kilos y medio de chocolate y horas para su confección. Comer una rebanada es un placer inmenso; comer dos; un pecado dantesco; comer tres, el más dulce de los suicidios.
Y para los días menos radicales (que siempre hay enmedios) me conformo con cualquier malvavisco o dulce de grenetina (pero de figuritas).

lunes, noviembre 17, 2003

Jamás pensé que metamorfosearse en masa de pan fuera tan reconfortante. Al fin fui por mi masaje (intercambio de una lectura); una maravilla: en calidad de ungido de perdida religión (léase embetunada con aceite de lavanda) me han amasado hasta el hartazgo. Ahora floto. Es curioso cómo uno no se percata de todos los dolores que tiene hasta que alguien apachurra la carne. Pregúntome si pronto levaré y al meterme al horno saldré con aroma de pan recién horneado (me agregaré unas chispas de chocolate, pues).
Muy atinado, esta semana tocan horas-máquina que me dejan como garabato. Ojalá esta ligereza dure muchos, muchos días.
A mi llavero llegó un nuevo inquilino (la figurita de El Loco) y de regreso a casa, mientras el Metro se quedó en semi-tinieblas, hojeé un libro que me prestaron (lo cuido y lo devuelvo). Promete:

Remueve
la mantequilla
y verás
inconscientemente
surgir
los movimientos de la vaca.
Malcolm de Chazal

domingo, noviembre 16, 2003

Feliz cumpleaños al amo y señor de los parásitos

La hija es una tortuguita en la compu, lo cyber no se le da; le capturé su trabajo de geología y preparé las fotos que su father tomó con una cámara digital (una maravilla, ¡quiero una!). El viernes fueron al Museo de Geología, al mismo que yo iba con mi papá para compartir una de tantas coincidencias: rocas. Aún quedan en esta casa muchos fragmentos de cierta colección. En todos los cuartos se puede uno topar con alguna piedrita, todos empedramos la casa de alguna manera.
En ese museo tienen un mamut. Los mamuts me dan ternura infinita sobretodo cuando son de hueso

Ver a este, nuevamente, digitalizado ha matizado un domingo de quehaceres aglutinados y de llamadas gratas.
Asoma una semana movidita. Me voy a freír milanesas en lo que se imprime el trabajo de la altísima hija.

viernes, noviembre 14, 2003


Inolvidable Magritte para cerrar la semana

Aunque termina la semana, inicia la parte II del arreglo de la última revolución libreril; imagino será accidentada pues parece que tendremos sábado familiar (pastel y velitas). Además descubrí un paquetito en la mesa (corrección pendiente), una pila de ropa sucia que alguien (o sea yo) olvidó poner a danzar en la lavadora; amén de un par de cosillas que prometí.
Pero hoy viernes ya tuve un desayuno-break (hasta breve mensaje de tierras lejanas).
Ahora que recuerdo todos pedimos el mismo platillo, salvo por la presentación de los huevos (que no los huevos de grenetina que asustaron a Alberto, regalo de Sandrágoras). Una mesa acompasada con sus justas diferencias, con todo y oso-hormiguero de Rax.

jueves, noviembre 13, 2003

...Zumm. Día de reciclar sobritas y pollo rostizado. Desde ayer pareciera que han pasado dos días y que no me he visto en un espejo. Me detengo mientras unos coditos suben y bajan en agua hirviendo.
Estuve con Fede Corral, parece que el año próximo podremos cerrar la colección de poesía como el dios de abajo manda. Llegaremos al número 20 y se acabó. Ah, esa méndiga colección llena de ácidos y dulces, de expectativas y de grietas. Pero hecha está.
Y otro proyecto, que parecía detenido ad infinitum, encontrará su destino hoy por la tarde (velita encendida).
Qué necios somos. Nos reímos de nuestra necedad. Esa frase que tecleó Zerk tiene lo suyo: la poesía es una sirena que danza con la muerte, a punto de ahogarse, allá abajo, acá arriba; flirteando, hechizando pa estrellarnos.
Más valdría poner una rosticería, platicar con los pollos sobre su flamígero martirio y observar fascinados sus pieles doradas. (Seguro Corral les tatuaría versitos en la rabadilla). Somos quijotitos de paja.

pd: pa que se antoje Lautréamont y no sólo las patas de pollo: MALDOROR

miércoles, noviembre 12, 2003


La estrella (tarot de Marsella Jodorowsky&Camoin)


Mencionó Bernardo a Jodorowsky. Cierto, Jodorowsky participó en un trabajo de restauración del Tarot de Marsella original junto con la casa Camoin (impresores de abolengo de este tarot). Mi arqui-hermana vive en Marsella y en una de sus visitas me trajo el susodicho tarot como regalo. Es impecable.

Qué sueño, desperté a las 3 de la mañana y después sólo pude dormitar; soñaba que había bichitos en la cama, bichitos microscópicos que provocaban comezón. Me dediqué a deambular, ya despierta, rascándome piernas, cuello, brazos (y seso). El bichito en el seso era algo que me dijo Rax, que además de escribir sobre cuchillos puede ser muy certera con sus observaciones.
Y con sueño he tratado de ordenar mails pendientes, contestarlos; algunos de trabajos que ojalá terminen de cuajar, otros familiares. Releía unos apuntes para esta tarde y sin previo aviso uno de mis golems se puso a hablar. He abandonado a esos pequeños, tal vez porque dejé de creer en las palabras o por desidia o por sabotaje. No importa qué camino se toma, al final asumirse es vital.

martes, noviembre 11, 2003


Y este es un buen día para los ángeles de Chagall. Sea.

Uno escala, nuevamente, las paredes del pozo; debe salir, quien se queda abajo termina carcomido por el agua. Siempre regresamos, para algunos el llamado de los ahogados es inevitable.
A veces resulta dulce cómo los eventos se entrelazan. Ayer regresé tarde a casa después de una clase de tarot (para mí muy disfrutable); hoy salí tempranísimo (una mañana también disfrutable). Mañana saldré nuevamente a juguetear con los Arcanos.
Hoy es el cumpleaños del hijo, 10 años, él es el pequeño (era) y pareciera que su cumpleaños es el mío: a la que se le mueve el piso es a mí, la que cuestiona los sinsentidos soy yo; pero también recibo obsequios. Ricardo (el tarotmaster y duende-amigo) me regaló un tarot con ilustraciones semejantes a esos libros de infancia que guardaban mundos fantásticos, personajes que materializábamos y significados que perdimos con la edad. Con Ricardo el mundo tiene esas tonalidades y esos trazos (cuando no peleamos); a él le debo esta pequeña adicción por las cartas y lo que ellas, a través de las imágenes, nos susurran cuando estamos dispuestos.

lunes, noviembre 10, 2003

El viernes me sentaba junto a la ventana, ahora estoy frente a ella. El cuarto se ha transformado (aún está e transformación). Dedicamos horas y horas a sacar libros, meter libros, agujerear paredes y redescubrir qué diablos había en esas cajas. Resultó que el partner tenía más cosas de las que decía: hay libros curiosos, lo que faltaba de ciertas secuencias existentes, una edición de Gaspar de la noche con grabados (la mía es simplísima), un libro de ilustraciones entrañables, uno de Chagall con cuadros que no conocía (uf, ¿cuántos pintó?), el del Mago de Oz, un facsímil de Villaurrutia, otro de Panero...
El partner fue un alguien que yo no conocí, posee un camino hollado que seguramente yo no recorreré; ni afirmaré, pasados los años, ciertas cosas (creo); tampoco escucharé su música, ni repetiré los versos que él repite.
Ninguno de los dos se diluye en el otro, tenemos territorios distantes, altos bastiones y espectros íntimos.
Somos agua y aceite que no sueñan mezclas inexistentes; nos basta esa línea donde ambos elementos se tocan, conteniéndose, sosteniéndose; un saber que el otro está.

viernes, noviembre 07, 2003


mmm... me enviaron estos bichitos pa aligerar el ambiente. Cool.

Maldición, se acabaron los cigarrillos; me fumé mi dotación en la madrugada. Noche de malos recuerdos reincidentes. Nunca he entendido qué los invoca, qué los trae de regreso, de allá, de su gris-gris-gris pasado. Son dolores profundos, que no esos pequeños moretones que sanan con cualquier cosa. No. Es ese dolor que escurre por la traquea, ese sabor ácido como limón fermentado, la sensación de que el aire no basta, las vísceras replegadas y el deseo de quedarse dormido para no estar. Esos no-olvido tienen gravedad propia, nos jalan, abajo, donde el dominio de la autodestrucción es un mar negrísimo, ya conocido, ya visitado; y nunca será ese Leteo anhelado que borre la memoria para cerrar la puerta a esos rostros que no cesan.

jueves, noviembre 06, 2003

El aire, entre los árboles, roba hilitos de clorofila para teñir su voz de verde. Hojas las palabras que caen sobre los días; hojas prisioneras en algún libro para que el tiempo las preserve desecadas, frágiles, crujientes. En el herbolario, nuestras hojas y las hojas de otros guardan el secreto de la savia casi intacto.

Debería tener un parque frente a la casa, con veredas de adoquines impregnados de humedad, árboles altísimos, saturado de verdes armando una filigrana que impida ver casa y edificios; que por un momento oculte el horizonte aprisionante de la ciudad. Tomaría el café ahí sentada y, eventualmente invitaría a alguien. No a cualquiera. Son pocos, escasos, aquellos que recibirían invitación escrita sobre pergamino, con tinta verde, lazo verde, y una flor prensada a modo de firma .

miércoles, noviembre 05, 2003


otro de André Rouillard
(dedicado al que me llamó cuando comía papitas)

Noche de insomnio. Horas de transporte. Al final el evento de Perspectivas Femeninas fue gratísimo; un par de horas para escuchar otras voces, cambiar de horizonte (Lomas Verdes es otra ciudad); la sede es un lugar agradable (si Fortuna quiere, regresaré algún día). La editorial llevó libros, todos se vendieron. Queda el deseo de que otras (todas eran mujeres) tomen la pluma y hagan lo suyo.
No creo en la literatura de género, el arte siempre será universal; no creo en la igualdad, sí en la diferencia equilibrada (tolerancia). No creo en milagritos, toda transformación es paulatina. Siglos y siglos de estructuras determinadas (rígidas y anacrónicas) no cambiarán en una generación pero nos resta mantener en movimiento los engranes y no permitir que nada ni nadie de vuelta atrás.
Dolores tenía razón, todo se aquieta y esta tarde he dormido como lirón. Ahora lo que sigue...

martes, noviembre 04, 2003


André Rouillard


Encontré al tal Rouillard en un librito que me regaló, justamente, el árbol. Nuestra esfera de aprehensión es mínima, lo que nos hace eternos descubridores. Claro, a veces pequeños exploradores sin mapa, ni brújula.
La casa sigue disfrazada de barricada, no encuentro el hilo de la dichosa ponencia, ya me tomé mis pastillitas mágicas para la espalda, ya perdí tiempo productivo (ja) leyendo al Owen. Comienzo a sentirme apanicada. Mejor salgo un rato, quien quita y la estúpida ponencia está tirada en alguna esquina.

Es ya el cielo. O la noche. O el mar que me reclama
con la voz de mis ríos aún temblando en su trueno,
sus mármoles yacentes hechos carne en la arena,
y el hombre de la luna con la foca del circo,
y vicios de mejillas pintadas en los puertos,
y el horizonte tierno, siempre niño y eterno.
Si he de vivir, que sea sin timón y en delirio.
Gilberto Owen

lunes, noviembre 03, 2003

Necesito dos interruptores nuevos: uno para mi cuarto y otro para hablar de Género. Cómo switchear de Maldoror al relato autobiográfico, cómo modular la voz que insiste en sus artilugios fuego-aire para hablar de temas concretos.
Acepté hablar en público el miércoles, lejísimos y temprano, sobre el relato autobiográfico y su valía en el asunto del Género. No es que levante la mano gustosa para padecer dolor de estómago (odio hablar en público) pero me queda ese diminuta evanescencia de que todo puede transformarse, de manera cansina y a ratos casi imperceptible.
El contacto más humano lo he tenido en mis talleres de autobiografía; a ratos me asustan, me aturden aunque vuelvo a reincidir.
Regreso al word. Mmm, tengo que quitar las ofrendas. Y deshacerme de Maldoror:

¡Se aleja!? ¡Se aleja!? Pero una masa informe lo persigue encarnizadamente, siguiendo sus huellas en medio del polvo. Solamente un joven, sumido en ensueños en medio de esos personajes de piedra, parecía conmoverse con el infortunio. No se atreve a elevar la voz a favor del niño, que cree poder alcanzarlos con sus piernecillas doloridas, pues los otros hombres le lanzan miradas despectivas y autoritarias, y sabe que nada puede hacer contra todos.
Los cantos de Maldoror, Conde de Lautréamont (Canto segundo, estrofa 4).

domingo, noviembre 02, 2003

Creo que ayer, en alguna corniza del Centro, dejé el sentido de las palabras; se quedó mirando el gentío algo aturdido por tanto copal. Hasta hoy no había regresado. Un sábado larguísimo de calle, festividad y los niños con sus laberintos y sus altos contrastes.
Y los archivos detenidos; ayer estuve a punto de tirar uno al basurero virtual: "el sentido se ha ido de paseo, el muy ingrato, el muy pendón". Y mejor huí a tomar capuchino casero y cerditos de piloncillo, a enredarme en los colores de los muros y en el siseo del papel que pende del techo.
El sentido regresó por la coladera, con su alegoría de fluidez. Lo trajo de vuelta arrullo-de-pelo, un animalillo que vive en las tuberías. Y cada palabra recobra su esencia: caño, tufo, aprieto, grasa, pelo, calma, silla, enciendo.

viernes, octubre 31, 2003


Para este día de brujas traigo imagen y link que me regaló la oruga (que suele compartir mundos nuevos). Este Gorey es coleccionable.

Ayer tuvimos cena-despedida-rencuentro; todos adormilados por ser jueves y después de una mudanza sorpresiva. A mi partner, Raúl, el pasado lo saluda: rencontró a un amigo hondureño después de 10 años, y el que es su amigo-hermano, el negro, amadisímo diseñador, parte a lejanas tierras. Los últimos vestigios de su pasado deambulan en los corredores de la casa, guardaditos en cajas. El negro poseía ese último territorio (lo guardaba en sus clósets). Aparecieron los libreros que necesitábamos para sacar libros de sus cajas-féretro; una mesa larguísima que vendrá aquí, donde las compus. Aunque la transformación tendrá que esperar una semana: este fin es pa los muertos.
El negro nos dejó algo pa recordarlo: su sirena y el angelito negro. Y su esposa (niña de luz y de azúcar) me dejó su Catrina de barro hermosamente frágil.
Un viaje postergado llegó. Habrá que acostumbrarse a sus ausencias y a ver un trocito de ellos revoloteando por aquí. Suerte.

jueves, octubre 30, 2003

Unas mañanitas pa la fla-k, ¡feliz cumple!

memento mori. de craneos y calaveras 2



La calavera puede aparecer bajo diversos disfraces los que muestran parte de la tradición de un grupo social. En un lugar como este donde la posibilidad de devorar a la muerte azucarada se ofrece en los estantes de los mercados (y también en los anaqueles del súper), la transfiguración de la calavera puede resultar en cualquier cosa:
En el s. XIX se publicaron las primeras calaveras literarias, popularizadas en los talleres de José Guadalupe Posada; caricaturas de personajes de la época acompañadas de versos humorísticos, de sátira impecable (e implacable). Emulando un epitafio se exhiben defectos, actos corruptos, manías y todo aquello que alimente la certera ironía. Y bajo el estandarte de la sátira (como nuestros caricaturistas lo han hecho por generaciones) se logra el salvoconducto para manifestarse cuando la libre expresión es una quimera.
Posada, más allá de ser el padre de La Catrina, de re-crear el icono de la calavera y de ser gran grabadista, fue un hombre de conciencia política y buscador de las causas justas.
Paradójicamente sus huesos terminaron en una fosa común, aunque la inmortalidad (nuestro recuerdo) no se eleva en un monumento de mármol sino en sus trazos, nuestros ya, hechos en vida.
La muerte, es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera.
J. G. Posada


miércoles, octubre 29, 2003

Regresando de casa del árbol. Pareciera que el día de hoy son dos días. Los fragmentos oídos y vistos en el transbordar de metros y micros ¿cuántos rostros, cuántas texturas, cuántos universos pasan junto a mí en un día de trajín citadino?
La voz del árbol tiene un dejo a infinito. Hoy hablamos de intersecciones, del misterio que encierra la encrucijada. Toparse con ciertos personajes es azaroso: pueden resultar significativos, pasajeros o entidades que transforman para siempre nuestro camino.
Y precisamente, para llegar a casa del árbol-que-abriga debo llegar a metro Cuatro Caminos: descomunal, atiborrado de huellas, un borbotante que alimenta de gente los subterráneos de la ciudad; túneles que se bifurcan, enredo de vías, acceso doble y los pasillos con letras del abecedario que indica el paradero para dirigirse a destinos diferentes.
Algunas etapas de nuestro andar llegan a un Cuatro Caminos: elegimos una letra a un destino desconocido; esta incertidumbre asusta pero excita.
Y entregué el libro for-ma-di-to. Qué sabroso regresar a la frescura de la colina. Hora de comer...

martes, octubre 28, 2003

memento mori. de craneos y calaveras 1


miquiztli (cabeza de muerto, en náhuatl)

El cráneo, esqueleto de la cabeza, figura como metáfora o alegoría a través de la historia: como símbolo de sabiduría y elevación espiritual, como alegoría de la muerte, como promesa de renovación perpetua que acaricia la idea de inmortalidad. Aún, en ciertas leyendas, es némesis del universo: es el cráneo del gigante Ymir el que formó la bóveda celeste.
Algunos atesoramos cráneos ya sea por fascinación, curiosidad o como catarsis de nuestro temor. Antiguamente los cráneos, de animales y rivales, se atesoraban bajo la convicción de poseer las cualidades del sujeto. Todavía en los cuentos de fantasmas se preserva la creencia de que es el cráneo el hábitat natural del alma.
Sus representaciones plásticas se antojan infinitas; en relieves, cristal de roca, metales preciosos, tinta y pinceles este icono es testigo antropológico y camino abierto para la búsqueda del más universal de los enigmas: la muerte.
Podríamos construir un osario de formas y letras de cualquier parte del mundo; apilar juntos a miquiztli (día del año azteca), las danzas macabras europeas, el cráneo de Postumio que sirvió de copa, el jolly Roger de un corsario, los cráneos de templos celtas y crear una nueva alegoría de humanidad donde las fronteras y las diferencias son apenas la astilla de un hueso. Y recitar aquellos versos de Hamlet al ver los vestigios del que fuera su bufón:
Where be your gibes now? your gambols? your songs? your flashes of merriment, that were wont to set the table on a roar? Not one now, to mock your own grinning?

lunes, octubre 27, 2003


Los bicicleteros de José Guadalupe Posada (reverencia)

Sólo venimos a dormir,
sólo venimos a soñar,
no es verdad, no es verdad
que venimos a vivir en la tierra.
(cantar azteca)


El cambio de horario es ley; puede uno bañarse sin ser presa de los osos polares. La mañana es más rendidora: da tiempo de machucarse un nervio y andar como robotín por la casa, tomarse unas pastas pa desentiesarse, descubrir que el que escaneó las imágenes para el libro les puso candado (bravo, tipo, ahora tengo que re-escanear), que el número de un fax no jala, y que los grillos-comida-de-geco se ponen muy festivos.
De esta máquina no me despegan, debo ganar tiempo para mañana ir al mercado: flores y velas para la ofrenda. La pequeña ofrenda de esta colina se pone el 28, día de los que se fueron por muerte violenta. Pero eso será ma-ña-na.
Mientras seguiré engolosinada con las métaforas del libro; limpiaré las plumas fuente que dejé remojando el fin de semana (todas tapadas, yo y mi adicción por la tinta de colores); jugaré con unos cuadros de Magritte y seguramente terminaré arrullada con la corrección de estilo; y huesos toda la semana.

sábado, octubre 25, 2003

6 meses

Este post no es para adentro, sino para afuera.
Iba a reservar este regalito de Nuez (cuyo blog y dibujitos son crujientísimos) para la próxima semana, pero me di cuenta que El Aljibe cumplió 6 meses:


patrocinado por nuez


Nada más festivo que algo personal y que de alguna manera representa lo que veo en bloguilandia: no el aparador donde exhibo mi móndrigo eguito, sino esos nombres que aparecen, que comentan, opinan y se recrean con las letras, y comparten un pedacito de sus universos personales. Gracias a los que visitan. (Medio cursi, and so???).

viernes, octubre 24, 2003

Realmente hubiese preferido estar ahorita en el brunch con mis amiguitos; no se pudo. No avanzo con el trabajo, no por apatía sino porque es inevitable detenerse a leer esos ensayos (métaforas de la lengua indígena); dejaré de leer y luego pediré un ejemplar del libro. Todo avanza lento.
Esa sensación de estático me recuerda a esos fenómenos de las ferias que eran exhibidos en frascos con formol: flotando quietos, sin tiempo, sin oficio ni beneficio. (Bueno, benificio sí, para el que cobraba las entradas). Estaban el niño-perro, los siameses, el niño-cerdo, el niño-cíclope, fetos de animales con 5 patas, o cuernos. ¿Quién recolectaba eso? ¿O iban los dueños a venderlos? Imagino: mucho gusto, soy recolector de engendros ¿no le sobra por ahí uno?
Por eso no avanzo, entre la imaginación y el recuerdo mi seso padece dispersión cósmica. Vámonos...

jueves, octubre 23, 2003


Ahumada

La adrenalina ha vuelto, ella tan informe y radiante como gotita de mercurio. Bastó con conseguir algún material para que el trabajo tocara a la puerta nuevamente (no entiendo ese afán de llegar en montón, pero bueno). Me llamó un corrector con el que trabajé varios años (cuando tenía hora de entrada, de salida, de comida, hijo en guardería, cocinada en las tardes, uf, tanta energía); ahora está en Tlaxcala, y de allá vendrán los textos, toda una revista.
Esa tranquilidad laboral no sirve del todo; hoy me desperté con un dolorcito profundo, me negué a bajar de la colina. Hay personas que tienen mayor influencia que otras, y sus juicios y valores pesan sobre nuestros días: en resumen, tienen poder sobre nosotros.
He elegido distanciarme de alguien (ahora ya no podrán decirme profesora); sus palabras me hieren sin él darse cuenta; y en esta vida no me toca ser masoquista (I hope). Y esa distancia presentida me duele, me entristece más de lo esperado.
Es mejor recoger nuestros fragmentos antes de que no quede ni uno solo.
A trabajar. Pronóstico: horas y horas frente a este monitor.

miércoles, octubre 22, 2003

memento mori. la flor de 400 pétalos

Mi abuelo está enterrado en un cementerio gentil de un pueblito que cada año entinta de anaranjado el ambiente. En cada casa se monta una ofrenda, acompasada con el altar familiar donde santitos y niños Jesús observan. De cada ofrenda se traza un camino con pétalos de cempasúchitl que llega hasta la entrada de la casa en cuestión; ahí el camino se une a la estela anaranjada del camino principal. El destino final de estos pequeños cauces es el cementerio. Todo lo que cohabita junto a este río de pétalos irradia tonos fantásticos: los difuntos encuentran el camino a casa, los difuntos encuentran el camino al panteón; todos disfrutan de la fiesta mas al final deben volver por donde vinieron.

Como toda flor, el cempásuchitl (marigold) simboliza la belleza de la vida y cuan efímera es; su color anaranjado se antoja el leif motiv de la ofrenda. Otras flores comparten la festividad: nubes blancas, crestas de gallo y terciopelos (púrpuras), narcisos... Despojada o en maceta las flores señalan al elemento tierra (un puñado de ésta debe estar presente); la tierra como último destino del cuerpo material y final necesario para toda renovación (tierra fértil).

martes, octubre 21, 2003


Sandy Skoglund

Dos horas bajo el metro, una y media de regreso; el-árbol-que-abriga vive tan lejos de la colina; no me dijo que estaba roto, que ya no se moverá hasta que lleguen los reflectores del quirófano. Su fragilidad me desconcierta, y la imposibilidad de contener sus pasos o de aclarar su mirada de ciénaga.
Hice lo único que pude, traerme parte de su trabajo: un monstruo para formar, que iré alternando con la corrección que llegó por otro lado. Y reparé su máquina, que como pequeño espejo decidió romperse al unísono.
Y ahora apartaré un día semanal para recorrer los laberintos de la línea azul, dormitar los minutos, los segundos de un recorrido conocido, de una historia que se repite aunque yo no quiera.
Bajaré los archivos mientras el caldo de res se calienta. La sopa siempre consuela. El caracol blanco despertó en mi ausencia (sube lento): conchas blancas, huesos blancos, todo se fragmenta.

lunes, octubre 20, 2003

Llevo 3 días con su ácida compañía, no recuerdo cuándo llegó; un chamuco me acompaña, gruñe a ratos y se burla a la menor provocación. Un chamuco sin azufre, pero eso sí, con poder de posesión. A ratos se apaga: un chamuco intermitente. Me lo llevaré al súper, a ver si en salchichonería logro que lo rebanen, como vil jamón, y ya así en porciones administradas no me anda jodiendo. La vil ira...

domingo, octubre 19, 2003


La liebre de marzo, de sir John Tenniel
De todos los personajes, me quedo con la liebre, para untar mantequilla al reloj y girar alrededor de la mesa, entre tintineos de vajillas y un eterno 6 de la tarde.


Contando segundos para salir a la calle, contando cuartillas de una corrección, contando voces nuevas, las calorías de una hamburguesa, los cristales de azúcar (tan perfectos ellos). Hay cuentas por cobrar, cuentas de cristal, cuentos des-narrados...

Sabado dulce, aunque lo de Alice estuvo desangelado (Rax dixit).

Me voy, escurramos postdatas:

P.D.:Sea, oruga: dulces sueños a Carvalho, el de los artilugios, el de las especies, el de los días de Vázquez Montalbán.

P.D.2:No todos los susurros son del agua. Sólo algunos se han ido en la concha verduzca, nicho de carnes rosadas: caracol, voz del ahogado. Están los susurros del desierto que blanquean espirales alargadas, laberintos que evocan minas y una ciudad fantasma. Gracias.

P.D.3: Para desentrañar el enigma de la Casa Gándara basta imaginar con la voz de Rax.


viernes, octubre 17, 2003

No bastan Alice y la liebre, los arcanos, los símbolos, las definiciones, el afán recolector ni las espirales de los cuentos para evitar estar perdida en la inmediatez de mi existencia. Patético.

memento mori. memento mori

A Rodrigo, que preguntó sobre el memento mori.
En el medioevo se llamaba así a aquella representación que recordara a los fieles que la muerte era parte inevitable de la vida: su mortalidad. Memento mori (recuerda, acuérdate de tu muerte), con él se realizan alegorías y series completas que se conocen como Danzas Macabras (Holbein tiene las más hermosas); y con ellas se retroalimentan las representaciones del Arcano 13 (el sin nombre) del tarot.
Claro, este mensaje llevaba implícito el temor a Dios y la necesidad de arrepentimiento de todos los pecados cometidos, nada que ver con la percepción prehispánica de la muerte que aunque inevitable tenía su halo de transformadora, y toda transformación es lo eterno (la muerte, paradójicamente, era la puerta a la inmortalidad).
Un memento mori (medieval), para las pupilas:

jueves, octubre 16, 2003



En la noche ayudé a Raúl a leer (y escoger) cuentos de niños indígenas, de todo el país y lenguas; el cuento original está en uno de tantos dialectos, el mismo alumno realizó su traducción.
Me quedé con uno dando vueltas en la cabeza: hay un iguano mágico y un trueque, ojos por flores; para recuperar los globos oculares perdidos que a su vez fueron canjeados por un par de tortillas. El problema no radicaba en conseguir ojos, sino conseguir los adecuados (o sea, los originales); unos eran chicos, otros grandes.
Me fui a la cama tardísimo elucubrando sobre el tamaño de los globos oculares y cómo cambiaría cada uno dependiendo del ojo obtenido en nuestras transacciones. Y a modo de ambientación (4 a.m.) el vecino tocaba el concierto de Supertramp, la canción lógica y todo el repertorio del concierto aquél. Cool.
Y luego me dicen que la culpa de mis insomnios es el café, ajá.

miércoles, octubre 15, 2003

El cambio de actividad ha transformado todo. Espero que abran la tienda del Italiano para ir a comprar café (el mejor café de la delegación, y lo tengo aquí arriba, en La Colina). Andar estas calles me ha sorprendido, he encontrado pequeños territorios que podrían perderse en la memoria (en esta memoria fantasiosa). Insisto, de lo pobremente cotidiano asoman los rostros inauditos. Dejo UN geco, muy verde; el que saluda aquí es parduzco desleído con pequeñas motas verde seco (y ojos negros como pozo y redondos como canicas):


memento mori. el papel

Ya en la cultura azteca se empleaban el papel para elaborar vestimentas y figuras sagradas, entintándolos con hule derretido. El papel picado de las ofrendas es resultado del mestizaje: de España llegan técnicas antiquísimas de oriente (China, 105 a.C.) que son asimiladas por los artesanos mexicanos. Es utilizado no sólo en el altar, sino en fiestas varias de las que dependerá la figura.
Cada pieza de papel picado exije horas de trabajo minucioso; el papel picado comercial (el que usamos) se realiza con suajes (y a destajo).
El papel simboliza la fragilidad e interactúa con uno de los elementos: el aire. Esta comunión da movimiento al altar y alegra la vista, con sus colores y formas, de vivos y muertos.
En ciertos lugares se dice que el papel picado es una servilleta, o mantel hermoso, con el que los difuntos pueden limpiar sus bocas después de comer.

martes, octubre 14, 2003


Ilustración de E. A. Jackson, Alicia en el país de las maravillas

Esta colina es una gran esponja; absorbe y absorbe agua: lluvia nocturna, lluvia de madrugada, lluvia en sueños. Tendrá que saturarse, y entonces ella, colina-esponja, emanará agua para hablar de lluvias.
La casa es un congelador, leo Alice bajo una manta; sólo las mañanas son frías (será que a mí las mañanas me dan zozobra); el frío de la tarde tiene un rostro más conocido.
Trato de buscar otros puntos de vista para la clase del sábado; igual me pasa como con Maldoror (nadie lee nada) y divago conmigo misma y el pizarrón nuevo (muy blanco, muy propio). Anoto fechas, sucesos políticos, recuerdo otros autores e intento digerir los comentarios de los iluminados (y los envidio, y quisiera ser de ellos breve reflejo). Quiero una edición nueva, ésta amarillea...
Bill-lagartija es como el geco, sólo que geco es un cazador pavoroso (ayer le dimos un grillo, zummm); y allá afuera hay conejos blancos, y corazones, tacitas de té pospuestas, y pájaros dando vueltas; y las convenciones insulsas, satirizables, pero con su poderoso dedo inquisidor.
Los que amamos a Alice deseamos ver un conejo que nos lleve al pozo de nuestros ensueños, creo.

domingo, octubre 12, 2003

(A lo lejos, chirriar de grillos). Los cálculos monetarios indican que es más prudente no ir al cinito; esta nave no se nivela; 3 trabajos sin pagar; 0 trabajos en la mira; 1 ansiedad; 1 estrés (muy corrosivo) aunque noviembre anuncia equilibrios.
Aunque sí tengo un par de cosas por hacer (poco remuneradas, metálicamente hablando), pero las quiero hacer. (Hoy no pienso en ellas, es DO-MIN-GO).
(Grillos) Me han traído un geco, con todo y pecera, hermoso animal, con ojillos de canica; lo acompañan, en pecerita anexa, una tropa de grillos (su alimento); se quedará unos días, la abuelita del dueño tiene gecofobia (aunque el plan original es que me quede con él forever). Geco dice hola y san Plátano ordena ver todo con ojos aplatanados (hay cosas más amarillas que los centavos). Frívolamente en huelga:


san Plátano en el ritual de emancipación, ja

sábado, octubre 11, 2003

Bad. Pospusimos la ida al cinito. Iremos al remedo de aquellas matinées (mañana todos tempranito, ¡arriba!). Sábado de pasta, de lodo en los pisos, de trabajos de escuela; sábado de huelga. Ya llegará el lunes (claro, el domingo también será de huelga).

memento mori. el pan

El pan es el símbolo del alimento esencial; para los cristianos el pan de vida es Cristo, el pan sagrado de la vida eterna. El pan en la ofrenda es la evidencia de nuestra idiosincracia cultural.
El pan representa la vida activa; su principio activo es la levadura; de ahí que el pan ácimo llame al estado contemplativo para la purificación interna mediante el sacrificio (la hostia es la heredera cristiana del pan ácimo judío).
El pan de anís, o pan de muerto, adquiere diversas formas; la más común es la de un domo coronado con huesitos, del mismo pan, y espolvoreado con azúcar. En algunos estados se elaboran figuras humanas, animales, o guirnaldas de una masa más consistente (diferente al esponjosillo pan comercial).

viernes, octubre 10, 2003


Llegó al buzón. Me la traigo pa ver los rostros, de ellos (Borges&Kafka), y de quien la mandó.

Mèrde. Rata murió. Anoche la observé, de la nada se descompuso (conozco el anuncio de la muerte ratonil). Me quedé en la aprensión, mal dormí. No es sólo la muerte de una rata, sino la fragilidad de cada silueta, de cada momento que uno intenta capturar y registrar (ese afán de perpetuar).
Ahora no sé que hacer con ella, se quedo tiesa en su nido; no sé si esperar al hijo o esconderla en el bote de basura y decir: rata murió. O dejar que la vea y abandonar mi vicio de sobreprotección.
He deseado que los hijos no se duelan, no azuleen como hago yo; lo he intentado. El azul es un gen recesivo; el hijo lo tiene, inevitable.
Lloraremos a la rata, la recordaremos como a otras ratas.
Hoy todas las ratas vienen a la memoria.
La fragilidad que más me asusta es la mía.

jueves, octubre 09, 2003

Cuenta un mito: La víspera del Día de Muertos Eulalia pidió dinero a su esposo, Juan, para preparar los alimentos y comprar los cirios. Juan se negó, el dinero es para los vivos, que ahí ella averiguara de dónde sacar. Eulalia, entristecida, elaboró tamales con harina de olote y hierbitas silvestres de la milpa. En lugar de aguardiente, ofrendó agua; en lugar de sal, caliza.
La Noche de Difuntos, Juan se fue a la cantina; el dinero es pa los vivos, ¡salud!, dos tequilas.
De regreso, muy cerca del río, vió pasar una comitiva: los primeros cantaban, reían y brillaban. Los últimos lloraban, cubiertos con sus rebozos, grises y traslúcidos. Al acercarse Juan reconoció los rostros de sus difuntos.
Corrió rumbo a su casa, despavorido. Prendió el fogón, mató un cerdo y él mismo fue temprano al nixtamal para comprar la masa de los tamales.
Esa noche montó una gran ofrenda, invitó a sus vecinos y rezó como un bendito.
Al día siguiente cayó enfermo, y no duró ni una semana. Todo había sido inútil; la noche de su tardía ofrenda, sus muertos ya habían partido.
Sea. La mezquindad es un monstruo hambriento. Con los vivos o con los muertos que cada quien se la coma con su pan, y provechito.

p.d.: odio a los mezquinos.

miércoles, octubre 08, 2003


James Nachtwey
El trabajo de este fotógrafo es inolvidable; ver su documental garantiza asombro doble: escucharlo es un privilegio (los ángeles existen).

memento mori. La sal

Solemos usar elementos para nuestros rituales, o simplemente para nuestra cotidianidad; pero desconocemos sus significados o las historias que giran alrededor. Dentro de las ofrendas cada elemento tiene un símbolo a contar. Cada uno es único.
Se comparte tanto la sal como el pan. La sal significa amistad y reunión, negarla es sinónimo de ruptura y enemistad (los aztecas negaban la sal a los tlaxcaltecas, por ejemplo). La ofrenda es re-unión, entre vivos y muertos; como condimento, regresará los sabores a la comida ofrendada, mismos que fueron tomados por los difuntos.
En otro nivel, la sal es símbolo de transmutaciones; en su dualidad es purificación, conservación; pero también corrosión y esterilidad (a las tierras yertas se les nombra también tierras saladas).
La sal conserva y purifica los alimentos, la salazón es el método más primitivo de conservación; no sólo para el consumo humano; las primeras técnicas de momificación se resumían en: sal.
En algunas casas mexicanas, en los entierros, todavía existe la costumbre de comer una pizca de sal antes de entrar al cementerio; la sal en nuestras bocas evitará que el alma del difunto (o de algún otro) se regrese, a nuestro lado, al mundo de los vivos.

martes, octubre 07, 2003

Ayer pasó el cuñado-junta-bichos; se dedica a recolectar arañas ponzoñosas para extraerles el veneno, mismo que los laboratorios compran para la elaboración de antídotos. Ver cajas con dos mil capulinas es irreal; lo real sucede cuando me topo con cualquier arañita de jardín, la mato sin dudar, no vaya a ser el diablo y sea una prófuga del cuñado.
Ayer traía una jaula repleta de ratones blancos (su pie de cría) cuyo destino es los estómagos de las tarántulas y una boa que tiene en su laboratorio.
El mundo carnívoro es implacable; sólo que al más carnívoro de todos, mi hijo, le entró su habitual espíritu redentor: pidió un ratón. Mi cuñado jamás dirá que no a la petición de animalito. Para colmo teníamos una pecera deshabitada. (Yo casi nunca digo no al espíritu redentor).
No odio a los ratones, y a las ratas citadinas guardo un gran respeto; amé a los hámsters hasta que sus muertes me anestesiaron; una en particular, la de Utopía, es inolvidable (pa que le puse ese nombre). Y otras historias ratoniles flotan en el ambiente. Ahora no me gusta agarrarlos, en fin... Rata Blanca dice hola y en mi frigo-casa duerme como lirón.

lunes, octubre 06, 2003


Magritte

Yo y Hormonitas somos incompatibles, imposible cohabitar con ella. Tenía que salir a una hora para llegar al aereopuerto, para ver a un amigo muy querido que anda en una encrucijada; me re-dormí, Hormonitas provoca un sueño de muertos; cuando vi el despertador ni en taxi llegaba.
Pero lo que tiene que ser será, ya estaba maldiciendo cuando mi amigo llamó (claro que me esperaba, cuando digo sí, es sí): no tiene boleto de enlace así que viene a la casa (sonrisas).
Y lo que no es, no fue: en el ambiente hay otros desencuentros; son como pozos en las paredes donde se escucha el eco de voces aún más amadas.
p.d.: conocer a ciertos Parásitos ha resultado gratísimo para todos, ser harto entrañable, que se repita.

domingo, octubre 05, 2003

Unos afirman que ciertas gamas de anaranjado y de púrpura equivalen al equilibrio (siempre deseado, mas harto frágil). Otros argumentan que el morado en las ofrendas alude a la iglesia cristiana, mientras que el anaranjado del cempasúchitl conserva su lado prehispánico. Los templates no pueden ser tan efímeros como una ofrenda: sus velas se extinguen, y las flores virtuales no conocen la marchitez. Pero yo no cambio esto para quitarlo en 5 días; ergo, que pinte el monitor un mes.

Luna bendita
de los insomnios

Blanco medallón
de los Endimiones

Astro fósil
que todo exilia

Celosa tumba
de Salambó.

Jules Laforgue (fragmento)

viernes, octubre 03, 2003


Giger

Le decía ayer a Rax que esta semana no fue la mejor para releer los cantos del amiguito Maldoror; exaspera los sentidos. Imagino que todo repta por ahí.
En las páginas accedemos a horrores ficticios (retratos de lo observado); pero en el mundo real (sí, que es real) chocamos contra otros horrores.
En la salida de la escuela del hijo suelen reunirse una variedad de mujeres (mamis de niños); ayer me topé con una que bien podría cohabitar en el bestiario de Lautréamont. La entidad hablaba, con gran bullicio, sobre su próximo viaje a Colombia: allá, donde otras amigas fueron operadas; decidía sobre un 36 B o 36 A. Podría decir que casi se convulsiona de la emoción; agitaba sus mechas güeras (esos tintes platinos son geniales); gesticulaba acentuando esos pliegues que se forman en las capas densas de maquillaje. Al final exclamó: Es EL sueño de toda mi vida, tener las bubis más grandes. Ante tal aberración supongo que el viento Maldoriano rugió, empecé a buscar una luna, un perro o al maldito pelo de Dios en la acera de enfrente: aghh, estoy dentro del libro.
No tengo nada en contra de la belleza, al contrario; como diría mi amigo el árbol: la belleza se agradece. Sólo que la susodicha entidad jamás será hermosa, su rostro esconde otras operaciones y esa voz de pitillo merma el artificio.
EL sueño de su vida se hará realidad, por ello, supongo, las otras mujeres festejaban y se alegraban (aleluya, aleluya); además remató con un: si me da tiempo, aprovecho y me opero la nariz. Tentada a disfrutar de dicha plenitud estuve a punto de sugerirle que pidiera al cirujano un injerto en el cerebro, callé porque no estoy segura si ya circulan en el mercado neuronas de silicona. Lo que Natura no da...
Hoy dejaré los Cantos, me centraré en los Bestiarios; eso me pasa por leer libros impíos. Y seguramente en un par de meses un 36 B aceche a la salida de la escuela. El horror... (En el espacio nadie escuchará tus gritos, Alien dixit).

jueves, octubre 02, 2003

Octubre inicia, para espantar las sombras (más bien porque no había opción) me dediqué a ser bolita metálica (como esas del Pin-ball) y rebotar por distintos puntos de la ciudad, resolviendo pendientes (amontonados por la apatía).
En una fría oficina oí recitar a un abogado la culminación de un proceso que duró un año; es irreal escuchar mentar los nombres de los muertos como si estuviesen sentados ahí. Finiquito. Salimos a Paseo de la Reforma, manifestación a la vista, y cielo despejado. Me entregaron un sobre con las fotocopias pertinentes; también dentro un Libro Pedido (que no encontraban en las cajas de la tía) que se había quedado en una maleta. Un libro de Cocina Yucateca. También tardó un año en salir.
Hasta que llegué a casa revisé el folder; la última hoja era una foto de mi primo. Fuimos cómplices: de los juegos gore, de la música de los 80, del silencio, de los te quiero sobrentendidos; pero también del temor, de la tibieza y de ese dolor culposo que nos tragamos en aquel velorio (debimos romperle su madre a la tipa aquella).
Mi primo-cómplice se mató en su moto; no falta el comentario:¡qué estupido! Cualquiera que conozca el sabor de la pasión entenderá el por qué alguien tira los dados aun frente a la posibilidad de terminar roto sobre el asfalto.
Sí. También éramos-somos cómplices de la estupidez. Buenas noches, primo.

El valiente

Ahí
donde la celeridad
es la comunión,
vértigo en los nudillos
la piel se abre.

Ahí,
donde ahuyentas el terror
de los días y veloz te elevas
como un pájaro extinto
memorioso de su cuerpo deleznable.

Ahora yaces
y heredas tu rostro encerado
a los ojos que se entornan
con tu ausencia.

Guardaré en una caja
tu rauda sombra.
El viento espira tu nombre.
Ahí,
los caminos son azules.

martes, septiembre 30, 2003


Ray Troll

Ando tan patética
que hasta risa me doy.
(Depre, otoño 2003)

lunes, septiembre 29, 2003

Insomnio terrorista, quiere revertir mi horario de gallina sin corral; por todos lados se escuchan los pasitos de mis fantasmas; feo vicio el de empañar todos los recuerdos. Si cada uno fuera un abalorio suelto dormiría plácidamente; yo los engarzo, formo líneas, las ato; formo redes que me atrapan fácilmente.
Trece años son pocos, trece años son demasiados. Y hace trece años, durante una fracción de tiempo, todo tenía sentido. Ahora, lo busco en los más nimios detalles.
Semana para releer a Ducasse, y a otros compinches franceses; daré una clase conocida como conocida será la sensación de que no importa lo que diga: nadie dirá nada porque nadie habrá leído nada, y los versitos miles son prescindibles en los días de los otros.
Será que esos libros son escondite, cuevas con folios, empapeladas, llenas de tinta, nichos de voces muertas. Yo necesito esconderme, los otros no.

sábado, septiembre 27, 2003

En casa de la abuela había una enorme consola de madera con una tele incrustada; bocinas en las laterales, con un tejido amarillo, grueso y brillante y un pequeño nicho donde vivía un cenicero de plata en forma de concha. Si querías ver la tele se tenía que prender con anticipación, para que los bulbos se calentaran. Ahí se quedaba uno, sentadito, observando aquella pantalla negra con un pequeño punto iridiscente que tardaba minutos en estallar para dar paso a las imágenes en blanco y negro. Esa tele sólo me exasperó unos meses de mi infancia; luego llegó la de encendido rápido (aún en blanco y negro). La de colores llegó a mi casa un par de años después (todavía recuerdo la sensación de asombro al descubrir que ciertos programas tenían colores). Ahora, frente a este monitor, suelo olvidar que las resoluciones no siempre fueron de millones de colores.


http://vintagetvsets.com/ (una hermosa colección)


Estos días tengo la sensación de que mi voluntad es de bulbos, debo esperar horas para que reaccione; lo malo es que se apaga fácilmente y llegan nuevas horas de espera. De alguna manera debo lograr instalarle un control remoto, una pantalla plana y, por si insiste en su apatía natural, un no-break...