El que conozca el significado de Aljibe, el que deja gotas por ahí y todo aquél que comparte este jugueteo acuático no se sorprenderá si el nombre Ofelia flota por aquí, toda vez que sus ojos posean el asombro de Hamlet, Prince of Denmark. No es el ahogado en sí lo que me fascina, sino su símbolo y su alegoría que no termino de asir del todo. Al ahogado lo recreo porque algo esconde: el misterio del agua. Y entiéndase por agua el universo de lo que no es tangible o lo que todavía no es nombrable. Y sí, conocía este cuadro de John Everett Millais --la Ofelia más hermosa que he visto, o la más precisa--:
John Everett Millais
Pero desconocía la historia tras el cuadro. La modelo tiene-tenía un nombre: Elizabeth Siddal. Y tras ella existe una historia nocturna de amor, desamor, láudano, palabras perdidas y un gris Rosseti. La historia de Siddal tiene tanto de Ofelia como si ese cuadro hubiera sido umbral, o premonición. Cuando modeló para Millais, flotando en una bañera, enfermó de pulmonía. Cuando decidió ser madre parió una niña muerta. Cuando se quedó dormida para siempre se llevó a la tumba un libro, no de su autoría, que años después fue exhumado --junto con ella, por supuesto--. Y lo que ella sí escribió fue quemado en una chimenea. Esta sucesión de hechos pareciera el sino de quien ha de perder su nombre verdadero para ser por siempre, en un cuadro verdísimo, la Ofelia atemporal de Shakespeare.
*nota1: La historiade Siddal y otras más se encuentran en un solo libro:
El último deseo del jíbaro y otras fantasmagorías de Vicente Muñoz Puelles, regalo atinadísimo de Rax&Albert. En definitva, la Ofelia de Millais ha sido rebautizada...
**nota2: Y a propósito de seres que flotan, no dejen de leer a Guadalupe Dueñas en la actualización de
osiazul.
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