Curiosamente, en francés no hay distinción entre colgado y ahorcado: todos son les pendus. Al pronunciar estas palabras es inevitable recordar al luminoso François Villlon (s. XV) y su memorable Ballade des pendus. ¿No la conocen? Qué triste. Pero alegraos, he aquí una traducción muy decente:
Balada de los ahorcados
François Villon
Hermanos humanos que después de nosotros vivís,
No tengáis contra nosotros los corazones endurecidos,
Pues, si piedad tenéis de nosotros, pobres,
Dios tendrá antes de vosotros misericordia.
Vosotros nos veis aquí atados, cinco, seis:
En cuanto a la carne, que excesivamente hemos nutrido,
Ha tiempo que está devorada y podrida,
Y nosotros, los huesos, nos tornamos ceniza y polvo.
De nuestro mal nadie se ría:
¡Pero rogad a Dios que a todos nos quiera absolver!
Si hermanos os llamamos, no debéis
Tener desdén, por más que fuimos muertos
Por Justicia. Sin embargo, sabed
Que todos los hombres no tienen sentada la sensatez,
Perdonadnos, puesto que hemos partido
Hacia el hijo de la Virgen María,
Que su gracia no esté para nosotros agotada,
Preservándonos del infernal rayo.
Estamos muertos, que nadie nos atormente;
¡Pero rogad a Dios que a todos nos quiera absolver!
La lluvia nos ha bañado y lavado,
Y el sol, desecado y ennegrecido:
Urracas y cuervos nos han socavado los ojos
Y arrancado la barba y las cejas.
Jamás, en ningún instante, estamos quietos;
Hacia aquí, hacia allá, según varía el viento,
A su antojo, sin cesar nos mueve,
Más picoteados de pájaros que dedales de coser.
No seáis, pues, de nuestra cofradía;
¡Pero rogad a Dios que a todos nos quiera absolver!
Príncipe Jesús, que sobre todos tienes poder,
Cuida que el Infierno tenga señorío en nosotros:
Que no tengamos que hacer con él, ni pagarle.
Hombres, aquí no hay broma;
¡Pero rogad a Dios que a todos nos quiera absolver!
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